Por Ezequiel Castañeda Nevárez.
Aunque la sucesión en los gobiernos estatal y municipal debería ser interés de todos los ciudadanos, la verdad es que no a todos importa quién sea la persona que presida el gobierno municipal ni quién sea el próximo gobernador del estado, mucho menos a cual partido político pertenecen estos. De entre quienes si nos interesamos por los procesos electorales y por sus actores, no todos separamos –en el análisis político- las dos grandes luchas que los aspirantes libran para la obtención de un cargo de elección popular: la primera de estas, para la obtención de la candidatura y, la segunda, para el triunfo en la elección constitucional, de tal manera que no es raro que se consideren los mismos elementos para uno y otro y terminen los analistas haciéndose bolas. Nada que ver, porque al ser diferentes estas batallas, distintas también son sus grados de dificultad, al menos por lo que toca al Partido Revolucionario Institucional, porque en el PAN todo es diferente, porque allí decide totalmente la cúpula nacional, independientemente de la popularidad de los probables o de lo que digan los militantes. En el PRI, el método de selección ha variado muy poco en las últimas décadas, porque ahora se consideran otras herramientas de medición como las encuestas pero, en lo esencial, todo sigue igual, porque es esta la manera de garantizar disciplina y gobernabilidad al interior del partido. Estando así las cosas, no es difícil adivinar quién será el candidato a la presidencia municipal de Tuxpan. Aunque en un principio se mencionó una veintena de nombres, solo uno se ve en el firmamento político con claridad; el primer descarte de esta larga lista se dio entre quienes tenían o no probabilidades reales de obtener la candidatura. La posibilidad es muy amplia, como se sabe, las probabilidades son las que se mueven, porque estas dependen de la cercanía del pretendiente con los centros de decisión, además de las circunstancias, el perfil y el potencial electoral del probable, es decir, que este cuente con la simpatía de la cúpula partidista, de las fuerzas políticas locales y foráneas y de los centros de poder, porque de no darse estos elementos, la pretensión se queda en simple aspiración.
El escenario actual es claro, Alberto Silva Ramos, joven tuxpeño que hasta hace poco se desempeñaba como subsecretario de la SEDESMA, es quien reúne el mayor número de elementos para obtener la candidatura del PRI a la presidencia municipal de Tuxpan, ya que su popularidad se ubica por encima de los dos más probables contendientes del PAN: Miguel Martín -quien finalmente se puede quedar con la candidatura albiazul- e Iñigo Laviada, así como de Tavo Greer, de Convergencia. No hay más, Alberto Silva Ramos será el candidato del PRI y muy probablemente el próximo Presidente municipal de Tuxpan.
Lo único que habrá que esperar, es el cumplimiento de los tiempos políticos, porque primero tendrán que darse las aprobaciones y registro de las candidaturas a gobernador del estado y a diputados de mayoría relativa y de representación proporcional y sus campañas, que serán de la siguiente forma: aprobación de registro de candidato a gobernador, el 12 de mayo, quien iniciará una campaña de 49 días a partir del 13 de mayo próximo, en donde se incluye la precampaña de 32 días; de la de diputados locales de mayoría relativa, del 18 de mayo en que se aprueben sus candidaturas, para iniciar precampaña y campaña a partir del 19 de mayo, para concluir el 30 de junio, incluyendo en esos 43 días de campaña, 28 de precampaña. Y así, el 28 de mayo, se aprobará la candidatura a presidente municipal y al día siguiente iniciará la precampaña de 22 días, de los 33 destinados a la campaña, que deberá concluir el 30 de junio, esperando el veredicto de los electores el próximo 4 de julio. Estos son los tiempos que marca la ley, por lo que todo lo que se diga diferente a esto, será mera especulación o calistenia política, que también se vale porque es parte sabrosa de la vida.
Aunque la sucesión en los gobiernos estatal y municipal debería ser interés de todos los ciudadanos, la verdad es que no a todos importa quién sea la persona que presida el gobierno municipal ni quién sea el próximo gobernador del estado, mucho menos a cual partido político pertenecen estos. De entre quienes si nos interesamos por los procesos electorales y por sus actores, no todos separamos –en el análisis político- las dos grandes luchas que los aspirantes libran para la obtención de un cargo de elección popular: la primera de estas, para la obtención de la candidatura y, la segunda, para el triunfo en la elección constitucional, de tal manera que no es raro que se consideren los mismos elementos para uno y otro y terminen los analistas haciéndose bolas. Nada que ver, porque al ser diferentes estas batallas, distintas también son sus grados de dificultad, al menos por lo que toca al Partido Revolucionario Institucional, porque en el PAN todo es diferente, porque allí decide totalmente la cúpula nacional, independientemente de la popularidad de los probables o de lo que digan los militantes. En el PRI, el método de selección ha variado muy poco en las últimas décadas, porque ahora se consideran otras herramientas de medición como las encuestas pero, en lo esencial, todo sigue igual, porque es esta la manera de garantizar disciplina y gobernabilidad al interior del partido. Estando así las cosas, no es difícil adivinar quién será el candidato a la presidencia municipal de Tuxpan. Aunque en un principio se mencionó una veintena de nombres, solo uno se ve en el firmamento político con claridad; el primer descarte de esta larga lista se dio entre quienes tenían o no probabilidades reales de obtener la candidatura. La posibilidad es muy amplia, como se sabe, las probabilidades son las que se mueven, porque estas dependen de la cercanía del pretendiente con los centros de decisión, además de las circunstancias, el perfil y el potencial electoral del probable, es decir, que este cuente con la simpatía de la cúpula partidista, de las fuerzas políticas locales y foráneas y de los centros de poder, porque de no darse estos elementos, la pretensión se queda en simple aspiración.
El escenario actual es claro, Alberto Silva Ramos, joven tuxpeño que hasta hace poco se desempeñaba como subsecretario de la SEDESMA, es quien reúne el mayor número de elementos para obtener la candidatura del PRI a la presidencia municipal de Tuxpan, ya que su popularidad se ubica por encima de los dos más probables contendientes del PAN: Miguel Martín -quien finalmente se puede quedar con la candidatura albiazul- e Iñigo Laviada, así como de Tavo Greer, de Convergencia. No hay más, Alberto Silva Ramos será el candidato del PRI y muy probablemente el próximo Presidente municipal de Tuxpan.
Lo único que habrá que esperar, es el cumplimiento de los tiempos políticos, porque primero tendrán que darse las aprobaciones y registro de las candidaturas a gobernador del estado y a diputados de mayoría relativa y de representación proporcional y sus campañas, que serán de la siguiente forma: aprobación de registro de candidato a gobernador, el 12 de mayo, quien iniciará una campaña de 49 días a partir del 13 de mayo próximo, en donde se incluye la precampaña de 32 días; de la de diputados locales de mayoría relativa, del 18 de mayo en que se aprueben sus candidaturas, para iniciar precampaña y campaña a partir del 19 de mayo, para concluir el 30 de junio, incluyendo en esos 43 días de campaña, 28 de precampaña. Y así, el 28 de mayo, se aprobará la candidatura a presidente municipal y al día siguiente iniciará la precampaña de 22 días, de los 33 destinados a la campaña, que deberá concluir el 30 de junio, esperando el veredicto de los electores el próximo 4 de julio. Estos son los tiempos que marca la ley, por lo que todo lo que se diga diferente a esto, será mera especulación o calistenia política, que también se vale porque es parte sabrosa de la vida.
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