sábado, 20 de marzo de 2010

LASTIMA DE CUBA


Uriel Flores Aguayo



En las décadas de lo sesenta y setenta cuando se asumían ideas de izquierda también se daba un acercamiento natural con Cuba, donde tenia curso un novedoso y esperanzador proceso de revolución socialista. Eran tiempos de la guerra fría, de ortodoxia ideológica y de romanticismo radical, incluida la simpatía con nociones ideales pero lejanas de la Unión Soviética, y el entusiasmo juvenil con el foquismo guerrillero en América Latina. En ese contexto surgió la imitación e idolatría por el “Che Guevara” y el respeto en grado de veneración por Fidel Castro Ruz. Dos décadas después prácticamente se seguía haciendo lo mismo aunque el modelo cubano empezaba a despertar dudas y a mostrar ciertos rasgos cuestionables.

En años recientes, sobretodo con el derrumbe del “muro de Berlín”, la desaparición de la URSS y ciertos acontecimientos muy negativos en esa isla caribeña, ya hay cierto escepticismo, han aumentado los recelos y las críticas al gobierno cubano, sobretodo de la “inteligencia” mexicana (periodistas, académicos e intelectuales) y pequeños sectores de la izquierda pensante.

Las burocracias partidarias tanto del PRI como de la llamada izquierda no se atreven a expresar una mínima crítica a sus pares cubanas, las burocracias del partido comunista y del gobierno cubano. Esos dirigentes políticos prefieren hablar bien de la curiosamente todavía llamada revolución cubana para darse una cobertura que les permita seguirse presentando como progresistas además de ser bien recibidos en la isla cuando hacen turismo revolucionario. Del PRI no se puede esperar más, siempre utilizó su relación con los hermanos Castro para legitimar ante el mundo el régimen autoritario. La paradoja está en la izquierda, tan lastimera como ridícula, ya que sin renovación de ideas y prácticas políticas se niega a revisar su relación con un régimen opresivo. Ni siquiera cuando Fidel Castro, en 1988, vino a avalar el fraude de Salinas de Gortari, hubo un mínimo intento de protesta por esa acción inoportuna y mercantil de ese eterno gobernante.

Increíblemente se sigue hablando de Cuba como si se tratara de un país con sistema socialista y desde donde se hace frente al imperio “gringo”. La realidad es algo distinta, hace muchos años que fracasó a nivel mundial la economía de estado, mientras que los Estados Unidos, como bien se puede ver en Barack Obama, tienen otro rostro y otras prioridades. La izquierda cerrada y antidemocrática que padecemos muestra su grado de extravío ideológico y sus añoranzas autoritarias, cuando no cuestiona nada y todo le celebra a la gerontocracia cubana que se ha eternizado en el poder. Piense en el líder de izquierda que usted quiera, desde el burócrata más inútil hasta el activista más radical, en ambos casos los une el hilo conductor de sus omisiones y actitud a- crítica ante la realidad del pueblo cubano. Sus malabares retóricos no pueden ocultar que en el fondo son iguales; de otra manera no se podría entender su silencio ante los abusos del gobierno cubano. La realidad de nuestros partidos de izquierda, carente de democracia y principios, permite que sin reflexión alguna se siga apoyando al poder cubano.

La descomposición en Cuba, sobretodo con el desenlace trágico de Orlando Zapata, más lo que puede ocurrir con los otros huelguistas de hambre, y la represión a las voces disidentes obliga a la denuncia, a la solidaridad y a un deslinde categórico con los hombres del poder en esa isla. No debe haber pretextos de ningún tipo para no manifestar nuestro apoyo a la gente que está siendo víctima de la persecución oficialista, especialmente las damas de blanco, Yoani Sánchez y la familia de Orlando Zapata.

La crítica a Cuba debe hacerse a partir de su presente, no de su pasado; ni sus glorias y sueños fugaces deben inhibir el señalamiento de sus desviaciones y monstruosidades. Es una crítica al poder político cubano, al que debe ubicarse sin matices como una dictadura.

Si en la supuesta democracia mexicana, con todo y alternancia, muchas veces es irrespirable el ambiente político y social, sobre todo por el efecto de los poderes fácticos, imaginemos las condiciones de vida para quienes no se alinean en Cuba. Por si alguien todavía no sabe-o quiere omitirlo- hay que recordarles que en ese país gobierna realmente Fidel Castro, desde hace 50 años, que sólo hay un partido político (de denominación brutalmente desfasada), que sólo existen medios de comunicación oficiales y están prohibidas las libertades de expresión, manifestación y reunión. En suma, al tratarse de una dictadura estamos hablando de un tema de libertades.

No podemos estar conformes si pensamos en el sufrimiento de los ciudadanos cubanos que no aceptan el pensamiento único y que reclaman su derecho a darse otro tipo de gobierno. Como no se conforma Pablo Milanes, una de las glorias artísticas cubanas, quién en sus más recientes comentarios muestra su hartazgo por los abusos de la gerontocracia cubana. Viva Zapata: Orlando y Emiliano.

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