Dios seguirá siendo Tres Personas y nosotros seguiremos siendo también personas.
Autor: R. de San José Fuente: Buena Nueva / Círculo Bíblico
Un dios que no ama es la antítesis de Dios, pues esencialmente “Dios es Amor” (1ª Jn. 4, 16). Sin embargo, algunos en nuestros días se están construyendo un “dios” a su manera, a su medida, a su antojo ... y, sin darse cuenta, se están construyendo un “dios” que no puede amar. Y no puede amar ese “dios” inventado, post-modernista y “new age”, porque se pretende creer que Dios es simplemente “energía”. Y una simple “energía”, por más grande que pueda ser, no es capaz de amar.
Para los católicos -y también para los demás cristianos- Dios es todopoderoso, infinitamente poderoso, pero no es una simple energía. Para nosotros Dios no es mera fuerza: es un Ser, que conoce y que nos conoce a cada uno de nosotros en forma particular. Es un Ser que se relaciona con nosotros, y nosotros con El. Es un Ser que ama, y nos ama a cada uno de manera especial, tan especial que nos ama a cada uno como si cada uno fuera único, porque cada una de sus creaturas es única para El.
Más aún, sabemos que Dios es un Ser tri-personal. De eso se trata el misterio de la Santísima Trinidad: Dios es uno, pero hay tres Personas en Dios. Imposible de entender. Difícil de explicar. Aunque hay similitudes en nuestro mundo que nos ayudan a entender el concepto de Dios Uno y Trino: tres velas unidas en una sola llama, por ejemplo, nos dan una idea de la Trinidad. O el agua en estado sólido, líquido y gaseoso, son tres formas de una misma sustancia.
Y esas Tres Personas que son cada una el mismo y único Dios, se aman entre sí y nos aman a nosotros con un Amor que es Infinito, como Infinito es Dios.
Pero con ese monigote de dios que se está creando esta civilización post-modernista no hay posibilidad de relacionarse, pues más bien se cree que todos formamos parte de esa “divinidad energética” a la que llaman dios. Parece muy lindo el concepto de “formar parte” de dios. Pero al nosotros aparecer metidos dentro de esa “energía”, en esa pretendida unidad no hay distinción entre nosotros y esa “energía”. Y si no hay distinción entre nosotros y dios ¿cómo puede existir el amor?
Parece, incluso, que esa pretendida unidad de todos formando parte del dios energía, fuera lo mismo que la unión o comunión con el Dios único y verdadero que pregona el cristianismo y que, efectivamente, Dios nos ofrece.
Pero es muy distinto. En la verdad y realidad cristianas, Dios se da a los seres humanos y espera que nosotros nos demos a Él. Él nos comunica su Amor y desea que le amemos a Él (por cierto, sobre todas las demás cosas y personas). El nos ama para que nosotros le amemos y para que nos amemos entre nosotros con ese Amor con que El nos ama.
Y en ese Amor de Dios a nosotros, de nosotros a Dios y de nosotros entre sí, se da la unión. “Que todos sean uno como Tú, Padre, estás en Mí y Yo en Ti. Sean también ellos uno en Nosotros” (Jn. 17, 21).
Si amamos a Dios como Él desea ser amado por nosotros y si nos amamos entre nosotros con ese amor con que Dios nos ama, estaremos unidos a Dios para toda la eternidad.
Pero aún en el más allá, cuando esa unión se dará a plenitud, y los que hayamos obrado bien estaremos resucitados en cuerpo y alma gloriosos en unión plena en Dios, Dios seguirá siendo Dios y nosotros seguiremos siendo nosotros. Dios seguirá siendo Tres Personas y nosotros seguiremos siendo también personas. ¡Gracias a Dios que no seremos todos “energía”!
Autor: R. de San José Fuente: Buena Nueva / Círculo Bíblico
Un dios que no ama es la antítesis de Dios, pues esencialmente “Dios es Amor” (1ª Jn. 4, 16). Sin embargo, algunos en nuestros días se están construyendo un “dios” a su manera, a su medida, a su antojo ... y, sin darse cuenta, se están construyendo un “dios” que no puede amar. Y no puede amar ese “dios” inventado, post-modernista y “new age”, porque se pretende creer que Dios es simplemente “energía”. Y una simple “energía”, por más grande que pueda ser, no es capaz de amar.
Para los católicos -y también para los demás cristianos- Dios es todopoderoso, infinitamente poderoso, pero no es una simple energía. Para nosotros Dios no es mera fuerza: es un Ser, que conoce y que nos conoce a cada uno de nosotros en forma particular. Es un Ser que se relaciona con nosotros, y nosotros con El. Es un Ser que ama, y nos ama a cada uno de manera especial, tan especial que nos ama a cada uno como si cada uno fuera único, porque cada una de sus creaturas es única para El.
Más aún, sabemos que Dios es un Ser tri-personal. De eso se trata el misterio de la Santísima Trinidad: Dios es uno, pero hay tres Personas en Dios. Imposible de entender. Difícil de explicar. Aunque hay similitudes en nuestro mundo que nos ayudan a entender el concepto de Dios Uno y Trino: tres velas unidas en una sola llama, por ejemplo, nos dan una idea de la Trinidad. O el agua en estado sólido, líquido y gaseoso, son tres formas de una misma sustancia.
Y esas Tres Personas que son cada una el mismo y único Dios, se aman entre sí y nos aman a nosotros con un Amor que es Infinito, como Infinito es Dios.
Pero con ese monigote de dios que se está creando esta civilización post-modernista no hay posibilidad de relacionarse, pues más bien se cree que todos formamos parte de esa “divinidad energética” a la que llaman dios. Parece muy lindo el concepto de “formar parte” de dios. Pero al nosotros aparecer metidos dentro de esa “energía”, en esa pretendida unidad no hay distinción entre nosotros y esa “energía”. Y si no hay distinción entre nosotros y dios ¿cómo puede existir el amor?
Parece, incluso, que esa pretendida unidad de todos formando parte del dios energía, fuera lo mismo que la unión o comunión con el Dios único y verdadero que pregona el cristianismo y que, efectivamente, Dios nos ofrece.
Pero es muy distinto. En la verdad y realidad cristianas, Dios se da a los seres humanos y espera que nosotros nos demos a Él. Él nos comunica su Amor y desea que le amemos a Él (por cierto, sobre todas las demás cosas y personas). El nos ama para que nosotros le amemos y para que nos amemos entre nosotros con ese Amor con que El nos ama.
Y en ese Amor de Dios a nosotros, de nosotros a Dios y de nosotros entre sí, se da la unión. “Que todos sean uno como Tú, Padre, estás en Mí y Yo en Ti. Sean también ellos uno en Nosotros” (Jn. 17, 21).
Si amamos a Dios como Él desea ser amado por nosotros y si nos amamos entre nosotros con ese amor con que Dios nos ama, estaremos unidos a Dios para toda la eternidad.
Pero aún en el más allá, cuando esa unión se dará a plenitud, y los que hayamos obrado bien estaremos resucitados en cuerpo y alma gloriosos en unión plena en Dios, Dios seguirá siendo Dios y nosotros seguiremos siendo nosotros. Dios seguirá siendo Tres Personas y nosotros seguiremos siendo también personas. ¡Gracias a Dios que no seremos todos “energía”!
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