sábado, 30 de octubre de 2010

MÉXICO VIOLENTO Y SIN GOBIERNO


Por Uriel Flores Aguayo
urielfloresaguayo@hotmail.com

Simulaciones o ligerezas aparte, a estas alturas de la violencia que se ha desatado en nuestro país nadie puede negar la existencia de un serio y brutal problema que amenaza con romper el orden social después de estar haciendo pedazos el orden institucional. El poderío de los carteles del narcotráfico aumenta su dominio territorial y tiende a ser hegemónico en amplias zonas del país. Las masacres más recientes exhiben, además, a un gobierno federal incompetente, a gobiernos estatales y municipales inexistentes o cómplices y a una sociedad confundida y aterrorizada.
No deja de ser asombrosa la infinita capacidad para la simulación de una clase política que ante la terrible situación por la que pasa nuestro país todavía cuestiona si es o no necesario el empleo de las fuerzas armadas. Hacen demagogia aludiendo a lo que entienden como estrategia. La medalla del horror se la lleva Vicente FOX, quien insiste en proponer que el ejército regrese a sus cuarteles, a sabiendas de que no se cuenta con policías estatales y municipales suficientemente preparadas para hacerle frente a las bandas del narcotráfico. Fox, locuaz y frívolo, debe suponer que los soldados están para cortar plantitas y hacerla de cocineros.
Salvo que nada sea serio, que no nos digan la verdad o que, incluso, en el tema del narcotráfico estemos en disputas de élites, es difícil comprender que a cuatro años el desgobierno de Calderón haya avanzado tan poco en el combate a esas mafias. Cómo es posible que no logren el restablecimiento de la gobernabilidad en Ciudad Juárez, por ejemplo; dónde están los organismos de inteligencia, qué hacen las fuerzas armadas y qué se hizo de la asesoría de organismos internacionales. Las matanzas de los últimos días, terroristas por definición, ameritan el inmediato relevo de los mandos principales de la sedena, la marina y la PFP.
Por el momento es indispensable enfrentar el poder armado de los narcotraficantes, quitarles las armas, disminuir su articulación y descabezarlos, para continuar, o paralelamente, con el desarrollo de programas sociales que atiendan la pobreza y especialmente la marginación de millones de jóvenes que, en estos momentos, no tienen ningún futuro. Es indispensable, igualmente, fortalecer la vida institucional y la observación irrestricta de la legalidad, empezando por todos los niveles de gobierno. Es claro que no se trata solamente de un asunto policial o armado, sino que debe tratarse en forma integral. No se entendería este combate sin la participación de organismos internacionales y, especialmente, el cumplimiento en sus obligaciones de los Estados Unidos.
No es exagerado afirmar que hay mucha similitud en sus efectos nocivos entre las mafias del narcotráfico y los poderes fácticos que dominan a México. Tanto uno como los otros cuestionan y rebasan al estado de derecho, rompen con un orden democrático y se imponen con las armas o con el dinero. Por eso, los dueños del dinero deben comprometerse con el país, promoviendo la integración social y respetando la pluralidad política.
Mi deseo íntimo es que salgamos adelante del terror en que estamos viviendo, es lo mínimo a que podemos aspirar para los mexicanos pero, de fondo, solamente ocurrirá si refundamos a México, si formulamos un nuevo pacto nacional. Con o sin narcotraficantes no tendremos paz y progreso mientras haya tanta desigualdad social, tengamos una democracia precaria y sigamos controlados por los poderes fácticos.
Las expresiones de Calderón, en el sentido de lamentar las matanzas de jóvenes y migrantes, así como de afirmar que no tienen justificación alguna, son tan obvias, elementales y repetitivas que sólo logran exhibir la incapacidad de su gobierno e infundir desanimo en la sociedad.
En Veracruz las cosas son muy graves y seguirán avanzando mientras sigan haciendo como que no pasa nada. La nueva administración tiene un desafío brutal que ya es ineludible.

Recadito: bienvenidos los espíritus de nuestros muertos, todos son santos.

No hay comentarios: