Por Tere Quintanilla
Las personas más pobres destinan en promedio el 90 por ciento de sus ingresos en la compra de alimentos, por lo tanto son quienes más padecen, pues la inflación en los productos básicos ha tenido un aumento desmesuradamente.
El incremento del salario mínimo debe de basarse en la canasta básica y no en la inflación , pues de esta manera puede representar un porcentaje real, y es que el sentir de las amas de casa y de todo el pueblo se hace escuchar en los pasillos de mercados y de centros comerciales, pues todos aseguran que el dinero no les alcanza para comprar casi nada y menos para lujos.
En una encuesta realizada por este medio, se estima que las familias humildes de Tuxpan destinan entre un 36 y 37 por ciento de sus ingresos a los alimentos mientras que las que tienen una posición económica más solvente solo el del 10 al 15 por ciento de sus ingresos a los alimentos y en el caso de las personas en pobreza extrema se ha llegado a saber que gastan el 90 por ciento de sus ingresos en la comida.
Es por ello que no se puede asegurar que el poder adquisitivo ha disminuido para todos, ya que es evidente que no todas las personas gastan ni ganan lo mismo, aún cuando la gran mayoría son las más afectadas y las que más padecen.
Las personas más pobres destinan en promedio el 90 por ciento de sus ingresos en la compra de alimentos, por lo tanto son quienes más padecen, pues la inflación en los productos básicos ha tenido un aumento desmesuradamente.
El incremento del salario mínimo debe de basarse en la canasta básica y no en la inflación , pues de esta manera puede representar un porcentaje real, y es que el sentir de las amas de casa y de todo el pueblo se hace escuchar en los pasillos de mercados y de centros comerciales, pues todos aseguran que el dinero no les alcanza para comprar casi nada y menos para lujos.
En una encuesta realizada por este medio, se estima que las familias humildes de Tuxpan destinan entre un 36 y 37 por ciento de sus ingresos a los alimentos mientras que las que tienen una posición económica más solvente solo el del 10 al 15 por ciento de sus ingresos a los alimentos y en el caso de las personas en pobreza extrema se ha llegado a saber que gastan el 90 por ciento de sus ingresos en la comida.
Es por ello que no se puede asegurar que el poder adquisitivo ha disminuido para todos, ya que es evidente que no todas las personas gastan ni ganan lo mismo, aún cuando la gran mayoría son las más afectadas y las que más padecen.
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