sábado, 14 de julio de 2012

PULSO CRÍTICO...

José Enrique Olivera Arce

Profundizar en participación y organización, reto para la izquierda social

Ante el reiterado menosprecio del PRI para con millones de votantes, al ignorar el desacuerdo de éstos con un proceso electoral que se percibe inequitativo y amañado, afirmando que López Obrador es el único responsable del ríspido clima postelectoral, "...demostrando nuevamente ser un mal perdedor" al impugnar la elección, considero lo siguiente.

Partiendo de la premisa de que el pueblo de México habla a favor de un proceso pacífico de cambio, no debemos olvidar, lo reitero, de que López Obrador como abanderado de una difusa izquierda electoral, aceptó jugar en la cancha y bajo las reglas y prácticas antidemocráticas de un régimen político bajo el control de los poderes fácticos y la partidocracia que a ellos sirve. El resultado no debe sorprender a nadie, simplemente el político tabasqueño y sus seguidores obtuvimos lo que de antemano era de esperarse y, algo más, que es en lo que debería estarse poniendo énfasis con talante crítico y autocrítico:

La sorprendente participación ciudadana antes, durante y después de la elección del primero de julio venció al abstencionismo y, pese a presuntas amenazas de inseguridad, sin distingo de preferencia electoral salio a la calle confirmando su deseo y convicción de que el único camino para avanzar en la transformación del país es por la vía pacífica.

La opción electoral por el cambio verdadero movilizó a más de 15 millones de mexicanos que, en las urnas, expresaron con su voto conciencia, voluntad, y compromiso, para explorar en el terreno de la izquierda el camino para avanzar en la construcción de ciudadanía y democracia. La organización desde abajo mediante la acción consecuente del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) no debe ser ignorada y sí valorada como una auténtica corriente, con peso propio en la nueva correlación de fuerzas políticas en el país.

La asombrosa irrupción no esperada de la juventud estudiosa en la vida política del país, exigiendo con visión de futuro oxigenar la institucionalidad republicana. Su protesta trasciende un coyuntural rechazo a Enrique Peña Nieto y lo que este representa, para ubicarse como un movimiento social incluyente y plural de largo aliento.

La obsolescencia de un régimen político caduco y corrupto en el que los partidos políticos ni cumplen con su cometido social ni representan con legitimidad los intereses de las mayorías. Siendo un estorbo a librar en las tareas de democratización del país.

El instrumento árbitro de la contienda, presuntamente ciudadanizado, dejó de cumplir con su cometido, manifestándose omiso frente a evidentes irregularidades en el proceso.

Son más los ciudadanos que votaran en contra del abanderado de la dupla PRI-PVEM, que los que se expresaran a favor del mexiquense. La suma de los votos a favor de Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador, deslegitima y da pie al autoritarismo sectario de capilla de un por ahora virtual presidente electo, que intentará gobernar con una base social de apoyo minoritaria.

El fortalecimiento de la izquierda social como expresión y opción política con visión de largo plazo, minimizó corrupción y oportunismo de liderazgos tribales en la coyuntura electoral, manifestándose como la auténtica segunda fuerza política en México. Este fenómeno no se puede echar en saco debiéndosele insertar en el contexto de la búsqueda de la democracia participativa.

El indiscutible liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, quien pese a los obstáculos que le siembran propios y ajenos despierta, alimenta y mantiene esperanza y voluntad de cambio en amplios sectores de la población. Liderazgo que no puede ni debe desecharse por razones electoreras de coyuntura en un largo camino aún por recorrer en la búsqueda de la transformación del país.

Todo ello en un escenario nacional en el que se confirma la persistencia de la desigualdad y pobreza que, en México, limita la libre y consciente expresión política en el ámbito de la vida cotidiana de más de 50 millones de compatriotas. Distorsionando y vulnerando los principios de la democracia representativa consignados en la Carta Magna. De persistir tales fenómenos estructurales, a los que se le suma la corrupción y la impunidad que vulneran el estado de derecho, no es precisamente viable para el futuro cercano la ruta electoral para avanzar en el largo y azaroso camino de la democratización del país.

Si en la coyuntura electoral el resultado fue el esperado, acotado como está por una partidocracia que responde a intereses espurios y una legislación que ya no responde a la nueva realidad de México, para el largo plazo sin embargo el balance es positivo. Se pierde una batalla pero no la guerra, diría el clásico. La lucha de la izquierda social continúa y se debería exigir a sí misma su profundización fortaleciendo participación y organización, por lo que no debe caber ni frustración ni vanas lamentaciones, cuando queda mucho por hacer.

En este marco de referencia, a mi juicio el sedicente virtual presidente electo no sabe que terreno pisa cuando exige, secundado por no pocos medios de comunicación, “no polarizar a México”, como si bastara su discurso autoritario para desarmar a un movimiento social y político dispuesto a seguir adelante. Lamentable sí pero la polarización es inevitable, Enrique Peña Nieto, las prácticas antidemocráticas del PRI y los candados impuestos por la partidocracia, son los responsables. No tienen calidad moral y política ni credibilidad para, pretendiendo tapar el sol con un dedo, mandar a parar lo que ellos iniciaran. La fuerza de los pocos no es suficiente para frenar indignación y protesta. Los muchos desde abajo saben de su fuerza y es de esperarse que la ejerzan pacífica y consecuentemente.

Lo deseable para el bien de México no se dio en el proceso electoral que aún no culmina. Autoritarismo, corrupción e imposición vulneraron la mejor intención de los sufragantes. La voluntad popular fue burlada una vez más. Sin embargo el intento valió la pena, la ciudadanía abrió los ojos y ha tomado la iniciativa haciendo valer su voz.

Hojas que se lleva el viento.

Confiando de buena fe en la versión de un lector chetumaleño, en mi artículo de fecha 8 de los corrientes publicado en diversos portales informativos de Internet bajo el título “2012. Sospechosismo con justificación y enojo”, sin confirmación señale que: “…la actuación del gobernador de Quintana Roo, quien se presentara a votar vistiendo una camisa con una leyenda estampada promoviendo el voto a favor de Enrique Peña Nieto. Hecho este último suficiente como para anular la elección en esa entidad federativa”. Aseveración que una vez en mi poder las fotografías que le fueran tomadas a Roberto Borge Angulo en el momento de sufragar, resultó del todo falsa y reducida a un simple rumor, por lo que, previa disculpa por este imperdonable error, atiendo a la solicitud de corrección de información del gobierno de Quintana Roo.- Playa del Carmen, Q. Roo., Julio 13 de 2012

pulsocritico@gmail.com

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