Amigos los saludo con gusto para hablar un poco acerca de nuestra fe.
Es indudable que necesitamos renovar nuestra visión acerca de la fe, para educarnos mejor en esta dimensión espiritual, tener un conocimiento básico de su verdad y de los acontecimientos de salvación.
En la base de nuestro camino de fe está el bautismo, el sacramento que nos da el Espíritu Santo, convirtiéndonos en hijos de Dios y miembros de la comunidad de fe, que es la Iglesia. La fe se recibe en comunidad y se vive en comunidad.
Es un don de Dios, pero también es un acto profundamente humano y libre. El Catecismo de la Iglesia señala: sólo es posible creer por la gracia y la ayuda interior del Espíritu Santo. Pero no es menos cierto que creer es un acto auténticamente humano. No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del hombre" (n. 154).
Hoy, junto a muchos signos del bien, crecen situaciones negativas. Tenemos la sensación de que el mundo no se dirige hacia la construcción de una comunidad más fraterna y pacífica; las mismas ideas de progreso y bienestar también muestran sus sombras y confusiones. A pesar de tantos avances de la ciencia y la tecnología, mucha gente de hoy no parece ser verdaderamente más libre, ni más humana; todavía permanecen muchas formas de explotación, de manipulación, de violencia, de opresión y de injusticia…
La fe es un aspecto fundamental, junto con otros, ya que no basta con el pan material, necesitamos amor, sentido y esperanza, tener razones seguras, así como un fundamento sólido que nos ayude a vivir con un sentido auténtico, en las dificultades y en los problemas cotidianos. La fe nos da luces en este sentido: se trata de tener confianza en un "Tú" superior, que es Dios, quien nos da una seguridad diferente, pero no menos sólida que la que proviene del cálculo exacto o de la ciencia.
La fe no es un mero asentimiento intelectual del ser humano frente a las verdades sobre Dios; es un acto por el cual me confío libremente a un Dios que es Padre y me ama; es la adhesión a un "Tú" que me da esperanza y confianza. Dios se ha manifestado a nosotros en Cristo, hizo ver su rostro y se ha vuelto cercano a cada uno. Ha revelado que su amor por cada uno de nosotros, es sin medida: en la cruz, el Dios hecho hombre, nos muestra hasta dónde llega este amor; hasta dar su vida por nosotros.
Juan Navarro Castellanos
+ Obispo de Tuxpan, Ver.
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