Recordando a Margarita García Flores: en el 60 aniversario del voto a la mujer mexicana.[1]
Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo
¿Por qué hablar de la brillante abogada Margarita García Flores, al acercarse el 17 de octubre?, Bueno porque da la casualidad de que, por una parte se cumplen 6 décadas de haberse otorgado el voto universal para la mujer mexicana y aparte porque a ella, a los 20 años y como Secretaria Nacional de sector femenil del PRI en 1952, le correspondió cerrar ese ciclo que culminó con el gran acontecimiento de lograr que las mujeres lograran votar y ser electas en todo tipo de comicios en nuestro país.
Margarita García Flores, mujer regiomontana perteneciente a una familia revolucionaria hija del general Feliciano García Rueda. Estudió en la facultad de derecho de su natal Monterrey. Fue fundadora de la carrera de Trabajo Social de la Universidad de Nuevo León, así como directora de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Tamaulipas. Catedrática de Sociología en la Universidad de Nuevo León y en la Facultad de Derecho de la UNAM y ocupó diversos cargos en la administración pública y en las asociaciones civiles como la Asociación Nacional de Mujeres Universitarias. Su abuela y su madre participaron en los clubes liberales que prepararon el camino para el movimiento armado de 1910 en aquellas regiones, mujer de gran conversación que conocí por la década de los 90 del siglo pasado y que nos advertía en esos días: “así como los hombres se entronizaron en el poder, las mujeres también lo vamos a hacer poco a poco, para demostrarle a la sociedad que sabemos gobernar y bien”.
Margarita, fue siempre una mujer comprometida con las causas femeniles desde su natal Nuevo León en un inicio y después en el plano nacional, trabajando para fortalecer la Secretaria de Acción Femenil, espacio que así se denominaba en el momento en su partido y que ocupara por 3 años. Así que, junto con las dirigentes del DF y de los estados, planearon muy bien la petición al entonces candidato del PRI a la Presidencia de la República Adolfo Ruiz Cortines, allá por el mes de febrero de ese año, para lograr el compromiso de otorgar en caso de llegar éste a ese importante encargo, el voto universal a la Mujer Mexicana.
Y me decía Margarita, en alguna entrevista o plática de muchas que tuviéramos durante el tiempo en que me distinguió con su amistad: “Nos reuníamos en nuestra pequeña oficina del edificio del CEN del PRI o en ocasiones, en la casa de Marthita Andrade de del Rosal o la mía. Y comentábamos que, habiendo tantos países que ya concedían el voto a sus mujeres, ¿Por qué México, no nos lo había otorgado?”. Machismo, miedo, desconfianza de que nuestras decisiones fueran influidas por la iglesia….en fin; pero cualquier razón era injustificable para negarnos ese derecho y por eso nos pusimos a trabajar y a preparar el acercamiento con el candidato”.
Y en efecto para ese momento (1952), los países que habían otorgado los derechos plenos a sus ciudadanas eran: Nueva Zelanda (primero en hacerlo en 1893). Ya en el siglo XX en la primera década: Australia (1901) y Finlandia (1906); en la segunda década: Noruega (1913), Dinamarca (1915), Rusia (1917); en 1918: Alemania, Estados Unidos (sólo a las mujeres blancas), Austria, Bélgica, Checoslovaquia y Reyno Unido (para las mayores de 30 años) y en 1920 Eslovaquia. En la tercera década de ese siglo: Suecia (1921), Canadá (1922) menos Quebec (hasta 1940), Polonia (1923) y en 1930, Sudáfrica sólo a las mujeres blancas. Para la cuarta década, España en 1931. En la quinta década, en 1945 Francia e Italia; Japón en 1946 y Argentina—como primer país de habla Latina en otorgarlo a sus mujeres--en 1947 y para 1949, Chile. Para la segunda mitad del siglo XX en 1952, Grecia y seguidamente México para 1953.
Y Margarita se entusiasmaba, cuando platicaba este pasaje que con muy pocas personas compartió y que cito en mi segundo libro: “La participación de las mujeres del PRI, en la vida política de México: avances, rupturas y cuentas por saldar”:
“…Iniciada la campaña del entonces candidato del PRI a la Presidencia de la República, Adolfo Ruiz Cortines en el año 1952, en la mente de todas nosotras, las mujeres priistas persistía la idea que para ese momento se había vuelto obsesiva, lograr que la mujer mexicana obtuviera el derecho al voto... El General Rodolfo Sánchez Taboada, Presidente del partido encomendó a dos jóvenes políticos de la época, para que me ayudaran y se ocuparan del tema del sufragio para la mujer mexicana, ambos serían a la postre Presidentes de México, Adolfo López Mateos y Luís Echeverría Álvarez. Y llegó el día en que había que enfrentar al candidato del PRI a la Presidencia de la República y hacerle el planteamiento. Me reuní con María Dolores Heduan Virués de la CNOP; Alberta Moreno de la CNC; Graciela Becerril de Beltrán del Estado de México, Carmen María Araíza por la CTM, Esther Villaliz por la CROC y Martha Andrade de del Rosal, por las mujeres del DF y definimos la estrategia para abordar a la brevedad al Candidato. Lo hicimos en el mes de Marzo en el edificio del PRI y ya frente a Don Adolfo, le dije:.. “Sr. Candidato Ruiz Cortines, las mujeres mexicanas quieren el voto para ayer, no para ahora… ¿Usted cree que es justo que nos discriminen porque nacimos con un sexo que no escogimos, del cual estamos orgullosas, pero no es justo que esa sea la diferencia para no obtener los derechos plenos?”. El candidato fue parco en su respuesta y sin decir sí o no, sólo se concretó a decirnos que ése era un asunto muy importante y aceptó nuestra invitación de reunirse con 20 mil mujeres en el Estadio 18 de Marzo en la fecha del 6 de abril de ese año…Llegado el día, antes de iniciar el gran evento, recibí el comentario del joven Adolfo López Mateos, quien me dijo: Margarita, yo mecanografié dos discursos, uno, donde se otorga el voto y el otro en donde se niega, ahora depende de ustedes... y ese fue el gran reto de la Asamblea y de la campaña” (García, 2005, C), (Z. Lladó, 2010)”.
“Y entonces, Adolfo Ruiz Cortines asiste a la magna Asamblea Nacional del Estadio “18 de Marzo”, y ahí se compromete ante miles de mujeres de todo el país, y en la parte medular de su discurso, decía: “La mujer mexicana generosa y desinteresadamente, ha prestado su valiosa aportación a las causas más nobles, compartiendo peligros y responsabilidades con el hombre. Consciente de su alta misión en las vicisitudes de nuestras luchas libertarias, la mujer ha logrado obtener una preparación cultural, política y económica, similar a la del hombre, que la capacita para tener eficaz y activa participación en los destinos de México” (Treviño, 1992:71) Y remató: SI EL VOTO MAYORITARIO ME FAVORECE INICIARÉ, AL SEGUNDO DÍA DE MI MANDATO, LAS REFORMAS CONSTITUCIONALES TENDIENTES A OTORGAR A LA MUJER MEXICANA, LA IGUALDAD POLÍTICA”. Y las mujeres ahí reunidas, empezamos a gritar: ¡QUE LO REPITA! ¡QUE LO REPITA!
Continuaba diciéndome Margarita: “…Gritamos, lloramos, nos abrazamos, después de ese anuncio… y acompañamos al candidato a su salida del Estadio; sólo miré de lejos al joven Adolfo López Mateos, que me guiñaba el ojo y se retiraba tras el candidato. Lo habíamos logrado, sólo faltaba trabajar para hacerlo ganar” (Z. Lladó, 2010)
Y ya siendo Presidente el ilustre veracruzano Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958), hizo realidad ese compromiso enviando el 2 de diciembre de 1952 a las Cámaras, la iniciativa de reforma a los artículos 34 y 115 constitucional siendo aprobada y publicada el 17 de octubre de 1953. Margarita García Flores así lo recordaba: “Ruiz Cortines fue un gran presidente y hombre de gran visión, porque incorporó a la vida democrática al otro 50 % de la población… de esta manera se nos reconoce nacionalmente a las mujeres en el derecho de votar y ser electas y así se extiende plenamente nuestra participación” (García, 1990:45-52).
A partir de ese momento, las mujeres podrían ya votar en los procesos federales electorales—y en todo tipo de comicios--, sin los impedimentos jurídicos que sirvieron de pretexto en las primeras décadas del siglo XX, para no permitir las candidaturas o no reconocer triunfos. Al fin se le hacía justicia a guerreras incansables que murieron sin disfrutar los frutos de este hecho, como: la yucateca Elvia Carrillo Puerto, la Jalisciense Soledad Orozco de Ávila Camacho, las veracruzanas María Tinoco y Enriqueta L. de Pulgarón y tantas otras, que ganaron comicios y nunca se los reconocieron, porque la norma constitucional federal, no estaba armonizada con las locales.
Las primeras elecciones federales—después del otorgamiento del sufragio universal--en las que las mujeres mexicanas pudieron votar, se celebraron en junio de 1955 a fin de integrar la XLIII Legislatura del Congreso de la Unión; en ésta pudieron incorporarse 4 legisladoras quienes ganaron en sus respectivos estados y distritos, siendo: Remedios Albertina Ezeta por Estado de México; Margarita García Flores por Nuevo León; Guadalupe Ursúa Flores por Jalisco; así como, la periodista Marcelina Galindo Arce, representante del Estado de Chiapas (Lavalle, 1990:66).
Pero, ¿Por qué entonces se le da el mérito a Aurora Jiménez de Palacios por Baja California Norte, de ser la primera Diputada federal electa en México en 1954, si fue votada un año después del sufragio? Y la respuesta es que, dado que hasta 1954 el territorio de Baja california fue considerado como tal sólo tenía derecho a un diputado federal, pero al constituirse en ese año como Estado, se le asignó una posición más y entonces se convocó a elecciones, en base a la nueva norma federal para nombrar el segundo diputado, correspondiéndole a Aurora Jiménez contender, ganar y tener esa distinción hasta concluir la gestión de la XLII Legislatura.
Y al otorgarse la ciudadanía universal a las mujeres mexicanas, la población electoral mexicana logró un notable incremento, debido a lo cual cambió la forma, operación y estructura de los partidos políticos. A partir también de ese momento, la participación empieza a intensificarse y a interesar a mujeres de diferentes niveles culturales y sociales haciéndolo en las organizaciones civiles, los movimientos feministas o populares, o dentro de las filas de los partidos políticos. En el caso del PRI, siempre se caracterizó en el pasado por elegir, no rostros, sino perfiles profesionales de mujeres con formación académica, humanista y política, como : Margarita García Flores, Amalia González Caballero de Castillo Ledón , Hilda Anderson Nevares, Martha Andrade de Del Rosal, entre muchas otras; nunca cuestionadas, siempre femeninas y delicadas, preparadísimas y respetadas por sus atributos intelectuales por sus compañeros de partido y por el lugar que se ganaron a pulso en el plano local o nacional.
Y ese era un dogma para Margarita y así lo decía: “no saben las mujeres políticas, lo mucho que se logra con preparación, honorabilidad y cortesía. Las mujeres nunca la debemos perder porque el día que obtengamos las cosas sin estas cualidades, nos desprestigiamos, dejamos en mal al sector femenil y por consecuencia cerramos las puertas a otras mujeres que vienen tras de nosotras”. Las palabras de esa gran señora, jamás las he olvidado y las comparto para que las entiendan en su justa dimensión las mujeres, particularmente las jóvenes que hoy incursionan en la política.
Por eso hoy, al cumplirse 60 años del otorgamiento del derecho al voto a la mujer mexicana, hago un homenaje a Margarita, la gran líder femenil del PRI, la mujer sencilla que invité a Veracruz a diferentes lugares y ocasiones cuando fui dirigente estatal del CIM, la amiga que nos colmaba de atenciones en su casa de Sierra de la Loma, Chapultepec DF, la que nos dejó un 10 de septiembre de 2009, pero que nos legó grandes enseñanzas. Pero igualmente lo dedico, a todas las mujeres que han impulsado desde diferentes trincheras, logros, que hicieron que se fueran cumpliendo los sueños y se consumaran las luchas y comenzaran otras etapas, las que hoy las mexicanas con mejores herramientas, podemos continuar construyendo haciendo lo propio, para lograr un mundo equilibrado, de respeto entre hombres y mujeres y a favor del avance de nuestro país y del mundo.
Gracias y hasta la próxima.
[1] Los pasajes de este artículo vienen en el contenido de mi libro: La participación de las mujeres del PRI en la vida política de México: avances, rupturas y cuentas por saldar” (Z. Lladó 2010) (de venta en “La Rueca de Ghandi” en Xalapa, Veracruz, México)
1 comentario:
Muchas gracias por reconocer a Margarita García Flores, y a todas las honorables mujeres que participaron en este favorable cambio para Mexico. Me emocioné al leer como es que ella le platicaba de forma tan ilustrada toda esa travesía para lograr ese importante cambio en nuestro país. Y si así fue, así lo platicaba. Ella fue hermana de mi abuelo paterno Luis García Flores. De ella aprendí mucho como la Tía tan culta y preparada que siempre fue,...además de sus recetas de cocina. Tuve oportunidad de convivir con ella y con mi bisabuela Celia Flores que tocaba hermoso el piano, y mi bisabuelo Feliciano García Rueda, cuando vivieron en su residencia de la avenida Venustiano Carranza en Monterrey. Es muy grato leer sobre los relatos de personas que convivieron con la familia, porque vuelven los recuerdos. Gracias por ello.
Saludos cordiales de Nora Garcia
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