ENVIADO A VAXTUXPAN…
● En dos años han obtenido resultados que se esperaban para cuatro, por lo cual se negocia una segunda etapa, explicó Enrique Hipólito Romero
● Integra conocimientos locales de los productores; científicos, de los académicos, y técnicos, de la compañía
David Sandoval Rodríguez
Xalapa, Ver.- Un proyecto coordinado por la Universidad Veracruzana (UV) con productores de Veracruz y Oaxaca, en el que también participa la empresa Nestlé, busca generar alternativas para la producción de cacao y vainilla, con resultados que han superado las expectativas y posibilitan una segunda etapa del mismo.
Enrique Hipólito Romero, integrante del cuerpo académico (CA) en formación Manejo y Conservación de Recursos Bioculturales, UV-CA-263, detalló los avances de la iniciativa denominada “Rescate biocultural de sistemas agroforestales con especies de alto valor ecológico, económico y social”, que bajo convenio de colaboración la UV desarrolla con la compañía Nestlé de México, en el marco del Plan Cacao de México.
En el proyecto también participan la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), el Instituto Tecnológico de Úrsulo Galván (ITUG) y el Instituto Tecnológico de Tuxtepec (ITT), así como agricultores de Papantla, Veracruz, y Cerro Camarón, Oaxaca.
“La Universidad Veracruzana representa el engranaje que ha permitido que todos estos actores, que son socios estratégicos en el proyecto, desarrollen sus actividades”, detalló el investigador, quien comentó que forman parte del CA sus colegas Silvia del Amo y José María Ramos Prado, adscritos al Centro de Eco-Alfabetización y Diálogo de Saberes (EcoDiálogo).
“Es un proyecto que está generando una cohesión generacional y proviene de los primeros trabajos de Del Amo efectuados en los años sesenta y setenta sobre restauración ecológica”, comentó Romero.
El convenio de colaboración entre la UV y la empresa se firmó el 24 de septiembre de 2013, no obstante los trabajos comenzaron un año antes, como el mismo documento lo establece en una cláusula, ya que en 2012 hubo un acercamiento en Costa Rica y se planteó la necesidad de vinculación.
En un principio los recursos otorgados sólo cubrían viáticos para académicos y ellos tuvieron que gestionar los biofertilizantes necesarios para llevar a cabo las labores, por ello se sumó a la BUAP, que entregó una donación en especie gracias al trabajo compartido con el Laboratorio de Microbiología de Suelos de la universidad poblana.
En el convenio se estableció que podrían incluirse otros apoyos económicos. Bajo una modalidad de recursos concurrentes, Hipólito Romero los incorporó a partir de su participación en el Programa para el Desarrollo Profesional Docente para el tipo superior (Prodep), con la finalidad de contar con la colaboración de estudiantes y adquirir equipo.
Al día de hoy dos investigadores se han sumado al proyecto: Jorge Ricaño Rodríguez, experto en ecología microbiana, y Carlos Cerdán Cabrera, académico de la Facultad de Ciencias Agrícolas. El primero de ellos es uno de los cinco repatriados que autorizó el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para este año, proviene de la Universidad de Salamanca, España.
El campo ya no es rentable
“Desde 2003 trabajamos con productores de vainilla y una de las situaciones que ha sido constante en el sector agropecuario es que, debido a los precios bajos del mercado, los productores están abandonando sus parcelas”, comentó el investigador.
En 2009 hicieron un estudio en el que se concluyó que cultivar una hectárea de vainilla no era rentable para los campesinos, hecho contrario a las políticas públicas que se impulsaban en aquel entonces.
Como grupo de investigación replantearon, a través de estrategias de restauración ecológica productiva, cómo generar sistemas agroforestales que productivamente sean beneficiosos a los servicios ecosistémicos: captura de bióxido de carbono y preservación de la biodiversidad, conservación de suelos y captación de agua que también sean rentables para los hogares. Es decir, que les sea económicamente viable producir varias cosas en un mismo lugar y además que les motive a fomentar su cultura e identidad, en este caso en la región totonaca de Veracruz y en la región mazateca y chinanteca de Oaxaca.
En ese sentido, el académico subrayó que “una situación real es que el campesino ya no quiere seguir siendo tal y mucho menos quiere que sus hijos se conviertan en campesinos; nosotros como biólogos estamos muy preocupados por la conservación y el manejo del germoplasma nativo como la vainilla y el cacao, pero no podemos motivar procesos de conservación si no fortalecemos los medios de subsistencia de los productores”.
En el convenio se aprobó montar dos parcelas experimentales con pequeños productores, sin embargo la empresa cuestionó si la diversificación de cultivo incrementaría la productividad. En alcance, los investigadores explicaron que la finalidad no era el aumento sino mejorar la rentabilidad en términos económicos, culturales, sociales y ecológicos. “Tener un sistema más saludable, que dé mayores beneficios al hogar, que no tenga sólo razones económicas para producir”.
El productor depende de las fluctuaciones del mercado, que son ajenas a sus condiciones, no obstante a que el cacao y la vainilla a nivel internacional tienen un valor muy alto. Desde 2009 el kilo de vainilla en verde fluctúa entre 30 y 80 pesos, mientras que el kilo de vainilla beneficiada se vende en tres mil o cuatro mil pesos.
En dicho contexto, Nestlé es el mayor comprador de cacao en México con el 30 por ciento de la producción nacional, pero éste sólo abastece 20 por ciento de lo que la empresa procesa, esto significa que la mayoría del cacao que utiliza para producir chocolate proviene de otros países, principalmente de África; en este sentido, su importación representa un gasto, que se suma al hecho de tener una calidad inferior al cacao mexicano.
Asimismo, en 2005 llegó una plaga ocasionada por el hongo “monilia”, que no existía en México, y acabó con el 50 por ciento de la producción nacional; además, el investigador comentó que hasta la fecha no existe una forma de controlarla ni erradicarla: “La enfermedad ha existido durante mucho tiempo, proviene de Sudamérica y en México el cultivo de cacao era de cosecha, es decir, no se le hacía nada, dejaban que el árbol diera frutos y con lo poco que cosechaban tenían para su sustento. Cuando llega la monilia termina con la producción”.
Es en este contexto que los académicos de la UV advirtieron a la empresa que las condiciones de producción de cacao manifiestan una tendencia a ser más adversas y a realizarse en pequeñas parcelas.
Un proyecto, dos parcelas
Este sistema no es una invención nuestra, puntualizó el entrevistado, “hay registros prehispánicos de los mayas que desarrollaron el sistema agroforestal cacao-vainilla-achiote y en Papantla tenemos evidencia del cultivo de cacao, incluso en la sierra hemos encontrado cacao de muy buena calidad pero lo tienen como una planta de traspatio, mientras que en Oaxaca lo venden barato”.
Bajo esta premisa diseñaron un sistema que integrara un conjunto de conocimientos: el conocimiento local, el conocimiento técnico de la Nestlé y el conocimiento científico generado por los académicos de la UV.
Para comenzar la investigación, desde Tabasco se trajeron cuatro mil plántulas en un tráiler para las dos localidades, primero para Oaxaca y luego para Papantla, estas plántulas de cacao fueron cultivadas en vivero del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) que cumplen con las normas técnicas de la compañía.
El aporte de Nestlé proviene de su Plan Cacao México, mientras que el productor acepta su responsabilidad de cultivar y cuidar la planta durante cuatro años sin recibir apoyo económico, “generalmente es difícil encontrar productores que asuman esa responsabilidad” y el compromiso de la UV es darle seguimiento, para ello cada seis meses se entrega un informe de resultados a la empresa.
El investigador señaló que el proyecto es a largo plazo porque el cacao tarda de cuatro a cinco años para comenzar a producir; sin embargo, apuntó, “nosotros llevamos dos años con la parcela y ya tenemos producción, ello se debe en gran medida al mejoramiento de la planta que hizo INIFAP porque proviene de injerto, a la capacitación de los técnicos de la empresa y al uso de nuevas tecnologías de biofertilización que permiten mejorar la nutrición de las plantas”.
Hipólito Romero calificó como muy valiosa la capacidad que han tenido todos los participantes del proyecto, pues creen que si cada uno hace la parte que le corresponde se pueden mejorar las condiciones del sector rural.
“Lo que estamos demostrando a partir de los resultados es que aun con pequeñas parcelas motivamos a que los productores sigan creyendo en su actividad, recuperar el conocimiento que ellos tienen; es un diálogo de conocimientos entre los campesinos, quienes tienen el conocimiento local, los técnicos de la empresa y nosotros, quienes hacemos una cohesión de los conocimientos, así como el seguimiento y evaluación de los sistemas.”
Relató que estos resultados llamaron la atención de la compañía: “Hace año y medio me llamaron el subdirector agropecuario, Jesús Rojas; el gerente de abastecimiento de cacao y café, que es egresado de la UV, Emilio Díaz, y el coordinador del Plan Cacao, Félix Rodríguez, para informarme que querían hacer una visita sorpresa al proyecto”.
Al presentar el informe anual, se decidió extender el financiamiento, cuyo monto base fue de 100 mil pesos por año; “gracias al esfuerzo que hemos hecho están ofreciendo la posibilidad de reconsiderar el monto del financiamiento”.
Desde la perspectiva del EcoDiálogo ha sido posible dialogar con empresas trasnacionales, así como con pequeños productores de comunidades indígenas, y establecer esfuerzos para sacar adelante al sector agropecuario en nuestro país, recalcó, en este caso con el manejo y conservación de recursos bioculturales como el cacao y la vainilla.
“Lo que pretendemos, ahora que ya tenemos establecido el sistema agroforestal cacao y vainilla, es hacer difusión con los productores de la zona, pero lejos de plantearlo como la panacea, queremos decir que es una alternativa y que lo estamos demostrando en términos económicos, culturales, ecológicos.”
La segunda etapa que se ha propuesto a la compañía Nestlé contempla una extensión del sistema agroproductivo bajo los términos que se han planteado, ya que estos resultados avalan el proyecto.
Colaboración en el diseño experimental
El seguimiento que se ha realizado con la BUAP ha demostrado que en tan sólo dos años, de los cuatro que se tenían programados, se obtienen resultados y es posible que los productores puedan cultivar el cacao de plantas que tuvieron sus primeras floraciones, aunque hayan pasado unas cuantas semanas entre ambos procesos.
También se ha convocado a líderes campesinos, pues son personas que tienen liderazgo en sus comunidades. Contrario a la concepción de líderes afiliados a alguna organización política, son productores que se comprometen a participar en el proyecto: “ellos aportan su mano de obra, su parcela y su conocimiento, ésta es la inversión que ellos hacen”.
A la fecha han efectuado dos talleres, el primero en noviembre 2014 en la región de Papantla, donde acudieron productores de tres comunidades; el segundo, a mediados de marzo en la localidad de Cerro Camarón en Oaxaca, donde acudieron cerca de 80 líderes de varias comunidades aledañas.
“En Oaxaca están más motivados porque sí hay cultivo de cacao y a la gente le interesa saber cómo manejarlo. Afortunadamente ahora en Papantla la Coordinación Rural de la Sagarpa se ha interesado en difundir este trabajo para consolidarlo como un modelo de manejo en la región.”
Desde su planteamiento estos talleres son para pocas personas, no son eventos multitudinarios ni políticos a los que se convoque a muchos campesinos, de hecho se ha tenido que reducir a una persona por comunidad porque de lo contrario el impacto de la capacitación se disipa y el compromiso de los productores es mayor cuando se les brinda atención personalizada y se responden sus inquietudes de manera directa, explicó el investigador.
“Lo más importante del proyecto es que se han conjuntado los esfuerzos. Un proyecto así no lo podría hacer sólo la Universidad Veracruzana, sola la iniciativa privada y mucho menos los productores y las instancias gubernamentales, es resultado de la cohesión de alianzas estratégicas de las diferentes entidades”.
En los talleres a los agricultores se les explica en qué consiste el Plan Cacao y los fundamentos del proyecto, así como los objetivos del mismo; la siguiente etapa consiste en que, una vez identificadas las mejores variedades y tratamientos para producir cacao en las regiones, se puedan crear viveros comunitarios con la finalidad de que cada productor pueda sembrar sus propias plantas.
La dinámica de trabajo contempla que sea la compañía la que proporcione la planta, el sustrato, la malla-sombra y la capacitación para montar el vivero; el productor pondrá su mano de obra y los investigadores serán quienes asesoren en la elección de plantas, una vez que crezcan se las llevarán a sus comunidades.
“Lo que estamos demostrando en estas parcelas, que tienen dos cerros, es que se puede producir cacao de forma diversificada, no en gran cantidad pero sí de forma rentable y se puede realizar con pequeños productores; es una alternativa que estamos planteando porque las condiciones del campo son así, es innegable pero tenemos elementos para afirmar que el cultivo se puede establecer.”
Se aislaron bacterias y hongos directos de la raíz de la planta para aplicar cepas de bacterias del laboratorio de la BUAP que aportan nutrientes. También se tomaron muestras de suelo para identificar nuevas cepas que estén relacionadas directamente con las plantas, porque existen estudios, como el de Lucía López, investigadora de la BUAP, que han demostrado que las plantas tienen la capacidad de seleccionar sus poblaciones bacterianas en el suelo, es decir, que emiten sustancias que controlan algunas y fomentan el crecimiento de otras que son beneficiosas para la obtención de nutrientes. Actualmente cuentan con cerca de 350 cepas potenciales para mejorar el cultivo de cacao y de vainilla.
La siguiente etapa de la investigación consistirá en aplicarles pruebas de rendimiento para la fijación del nitrógeno y el fosfato, posteriormente se harán pruebas en invernadero con la finalidad de crear un biofertilizante que mejore el cultivo de ambos productos, “la hipótesis de la importancia del biofertilizante en el cultivo de cacao y vainilla ya la hemos demostrado ampliamente”.
Este convenio con la BUAP permitió la aplicación de un biofertilizante para maíz, BiofosfoBuap; de la misma manera, para este proyecto se hizo un diseño experimental que probara el crecimiento del cacao mediante técnicas de biotecnología.
Dentro de las parcelas se ha establecido este diseño experimental para observar el crecimiento de las plantas de cacao con cuatro variedades en la parcela de Papantla: INIFAP 1, INIFAP 9, INIFAP 8 y Carmelo. En el caso de Oaxaca existía una variedad local que se incluyó, sumando un total de cinco variedades.
Estas plantas reciben diferentes tratamientos, el primero de ellos es con el biofertilizante de la BUAP, otra es el testigo, que no lleva biofertilizante y un tratamiento con fertilización química convencional, que recomienda la Nestlé.
Los investigadores realizaron un video sobre el proyecto, el cual puede consultarse en www.youtube.com/watch?v=PVgmXBjRGjk
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