sábado, 8 de octubre de 2016

Tienda de Raya…

Por: Lechuza.torres@gmail.com
Imagen: sdpnoticias.com
¿La corrupción somos todos?
Por esta única ocasión le daré la razón al Presidente. Por única ocasión dije. Y es que fue tan sapiente en afirmar en días pasados que vivimos en una sociedad corrompida, que la corrupción somos todos.

Cuando estuve al frente del Instituto de la Mujer en 2011, allá por tierras chicontepecanas, no había día que mi compañera y amiga Alicia y su servidora no termináramos con un gansito, unas galletas, un refresco, una torta o algún tamal, bocol o garnacha en el cajón del escritorio. 

¿El motivo? Las mujeres que atendíamos víctimas de violencia, no se iban tranquilas después de recibir asesoría legal, y una palabra de aliento, hasta que no “sentían” haber pagado el “favor” que les brindábamos. Y créanme que aceptábamos el pastelillo, el obsequio, por no recibirles los veinte, treinta pesos en monedas que ponían sobre el escritorio, último peculio del día que seguramente serviría para su pasaje, o para la masa, o la cartulina del crío.

La insistencia era la misma: ¿y cuánto le debo por el favor de atenderme? 

Y la respuesta siempre inmutable pero jamás atendida la repetíamos como disco rayado: No nos debe nada, somos servidoras públicas, recibidos un sueldo del municipio por prestar asesoría legal y apoyo a víctimas de violencia como usted, con su agradecimiento y apoyo con otras mujeres para que también denuncien el maltrato que sufren, nos damos por bien pagadas.

Pero la lápida de la desconfianza nos caía encima. 

Algunas rumoraban en el pasillo de salida: Mejor buscamos otro abogado porque creo que estas no sirven.

Otras, coquetas, regresaban con el “refresquito” porque querían seguir siendo atendidas con la misma amabilidad con las que las recibíamos.

Por eso le doy la razón al Presidente. La corrupción está enraizada en nuestros genes, somos descendientes directos del primer gallo maiceado de la ilustre década porfiriana. Y para desarraigar estas prácticas, tendríamos que trabajar muchísimo, más allá de la familia, principalmente en el servicio público.

Aprovecho el espacio de esta columneja para anotar algunas premisas para prevenir la corrupción, dedicadas al gabinete yunista que arriba al nuevo gobierno de Veracruz. Si no las atendemos, seguiremos esperando sentados que alguna impoluta criatura tire la primera piedra contra la podredumbre del Estado de Veracruz, que ya hiede a gran distancia. 

El servidor público es para servir al pueblo, no para servirse del pueblo.

El servidor público no hace ningún favor, recibe un sueldo por prestar un servicio.

El trato digno en el servicio público es un derecho humano que nos asiste a todas y todos, no es una gracia del servidor público por lograr el reconocimiento del “empleado del mes”

Por último, no hay que olvidar que, al hablar de corrupción y otros demonios, el buen juez por su casa empieza.

Y usted apreciable lector ¿podrá tirar la primera piedra o es un gallo que quiere máiz?

Hasta la próxima.

Nota: Para quienes desconocen el origen de la frase “ese gallo quiere máiz””, aquí les dejo una buena referencia de ella:

http://lasillarota.com/esos-gallos-ya-tienen-su-maiz/www.ieem.org.mx#.V_hXjvl97IU 

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