domingo, 20 de noviembre de 2016

El huevo de la serpiente…

“Cualquiera puede ver el futuro, es como un huevo de serpiente. 

A través de la fina membrana se puede distinguir un reptil ya formado".

Dr. Vergerus en el Huevo de la Serpiente, película de Igmar Bermang.

El miedo, la cobardía, el individualismo a ultranza que se cimenta en el egoísmo, una afán enfermizo por creer que el dinero ayudaba a construir una espiritualidad más humana… está terminando por destruir todo lo que queremos y anhelamos: una sociedad racional, democrática, social y fundamentada en un positivo y justiciero Estado de Derecho.

Nos hicieron sentir chingones y nos valió madre el Estado de Derecho, así, los más perversos de todos pudieron empujar, codear, pisotear y se treparon al poder. Ahora, desolados, tratando de unirnos frente al mal común, queremos lavar las culpas de actos que hicimos a lo largo de toda una vida.

Desde el gobierno de Dante Delgado, algunos denunciamos, que la vesania y la corrupción se estaba volviendo una peligrosa moda que terminaría por destruir a la sociedad en su conjunto. Hoy, con cuerpos mutilados por doquier y gobernantes corruptos, que no saben ni que hacer con el dinero del pueblo robado por montones, vemos caer los cimientos de una sociedad que se creía buena y humanista.

En círculos fatales y casi indestructibles, hemos dado vueltas en búsqueda de un Estado Social, Democrático y de Derecho y sólo hemos sembrado y recogido gobiernos demagógicos, donde uno tras otro de los demagogos circulan en las esferas de poder. Ellos, incultos, gritones, abyectos, cursis, de mal y peor gusto, farsantes, con ideas que refuerzas sus mitos de poder, de supremacía, de xenofobia y desprecio por la gente, son las sierpes engendradas desde el Dantismo y un poco más allá.

Hoy, van eclosionando los huevos y siguen reptando en la escala social, van trepando por los estratos del poder del gobierno y sin presentar credenciales que nos permitan saber si tienen capacidad o no, si tienen una mediana idea de administración pública, de políticas públicas, se enquistan en el gobierno para seguir infectando con su veneno nuestra sociedad. 

Los diputados, afortunadamente hay diversidad, se asumen como nuevos líctores, cuando en su pasado han sido delincuentes sin castigo de la justicia; han sabido reptar en medio de nuestra desidia y dejadez y hoy apoltronados en sus curules y protegidos por un fuero arcaico y sin sentido de justicia… hablan, son verborreicos, demagogos y con su discurso popular, de halago al pueblo… envenenan a la democracia.

¡Ese pueblo! ¡Justo ese pueblo! el que al cabo de décadas, mira caer sus propias casas, el derrumbe de sus instituciones, el que camina indolente por la calle, derrotado, acobardado, muerto de hambre; el que va tras el boato del dictador recogiendo sus migajas para saciar su hambre de justicia… ese pueblo que vota y vota y vota a ciegas a cualquier gente, incluida a la que lo tiene en esa penosa, antihumana condición, es el que ha dado calor al huevo de la serpiente, y parte de ese pueblo somos todos y cada uno de nosotros...

Los jueces, en voz del expresidente del tribunal superior de justicia, ha dicho en su hueco discurso que todo está bien ¡Todo está bien! ¿Y los cientos o miles de veracruzanos y veracruzanas tirados como perros sin dueño, martirizados y descuartizados a la vera de las carreteras o enterrados en fosas clandestinas, cuyos familiares claman justicia, donde quedan? Payasos los jueces venales y corifeos de los gobernantes en turno, son culpables por omisión, por comisión por omisión, estaban obligados a vigilar que las leyes se respetaran y solamente se empinaron ante el gobernador en turno y aumentaron de manera descarada sus emolumentos, para comprarse el champan con el que bridaban cada vez que veían como violaban a la justicia.

Ahora, la gente está en la calle, revuelta, confundida, he visto a delincuentes alzarse con voz de justicieros y a la gente llana, la que no hablaba, los sin voz, coger palos y piedras para que: en la furia indómita del anonimato puedan lanzar la primera piedra.

Las instituciones que nos hemos dado están podridas; el poder legislativo está prostituido, las curules se venden al mejor postor o se rifan al impostor; el poder ejecutivo en manos de pillos y fugitivos; de ediles contrarios al bienestar del pueblo, donde su mayor afán es robarse el erario; el poder judicial da pena ajena… como meretriz se ha entregado a los brazos viciosos del ejecutivo en turno.

Queda una salida, siempre queda una salida: salir a la calle sin venda en los ojos y tomar el gobierno en nuestras manos. Llevar las cacerolas vacías para hacerles ruido, la voz viva, el valor creciente, y gritarle a los supuestos gobernantes que rindan cuentas, que digan quienes son, cuál es su patrimonio y cuánto ganan, qué empresas tienen, qué es lo que saben, cómo van a aplicar los recursos de manera eficiente y eficaz, que escuchen nuestras prioridades… la calle, siempre la calle; no más la indolencia y la cobardía. Juntémonos en contralorías sociales, vigilemos a los diputados, a esos que se encueran y muestras un dinero que no sabemos de donde vino, si del secuestro de nuestros familiares o de la prostitución de nuestros hijos o la venta de órganos de los niños ¡Cuidémosle las manos y detengamos todos sus acciones criminales! ¡No dejemos pasar ninguna acción contraria a la ley, porque entonces, también somos culpables por omisión!

Un pueblo informado, activo, consciente de que la unión hace la fuerza, no engendra huevos de serpiente… ¡simplemente los destruye!

Nos encabrona que la gente, por la violación de sus derechos laborales, sociales, políticos salga a la calle y exija justicia, no te enfades más, ¡Súmate a ellos o deja que ellos arreglen el mundo que tú no quieres arreglar, pero que deseas que cambie! 

Piensa, piensa, ¿Qué hubiera pasado, si todo héroe que ha luchado por la libertad del hombre se hubiera acobardado? Piensa, piensa…

Isael Petronio Cantú Nájera
2288464633

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