jueves, 21 de diciembre de 2017

Las campañas de Duarte

ALMA GRANDE
Por Ángel Álvaro Peña
Las campañas en Veracruz estarán, como es tradición, salpicadas de picardía y entusiasmo, pero tendrán un tema central del que no todos podrán hablar con honestidad y ese tema se llama Javier Duarte de Ochoa, a quien, en días pasados un Tribunal Federal le negó un amparo por los delitos de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita, de los cuales lo acusó la PGR.

El PRI y el PAN intentarán convencer al electorado señalando con dedo de fuego la imagen de Javier Duarte. Unos dirán que el tricolor actúa sin distingos a la hora de aplicar la ley; y el PAN que ellos fueron quienes lo llevaron a la cárcel. Sin embargo, lo cierto es que, en Veracruz, ninguno de los dos partidos ha actuado honestamente. Porque detrás de la conducta de Javier Duarte, está el tema de la corrupción, delito que engloba todas las malas acciones de Duarte y sus cómplices y ninguno de los dos partidos actúa con la higiene necesaria en sus administraciones.

Acusaciones contra el PRI y el PAN por corrupción son muchas. Los priistas y los panistas de Veracruz tienen la cola larga, a pesar de que todos saben quiénes son, seguramente el tema Javier Duarte aparecerá en los discursos de campaña de los candidatos de los tres partidos políticos con posibilidades de triunfar en la entidad.

Así, Morena, PRI y PAN, tendrán que debatir no sobre el futuro de Veracruz, sino sobre su propio pasado. Acerca del pasado personal de todos y cada uno de los candidatos, pero también de quienes no están en la competencia electoral que pertenecen a estos tres partidos.

Cuando un estado de la república tiene una carga tan pesada como la urgente necesidad de sancionar a un funcionario público de pésima conducta, la mirada de los políticos y de la población se vuelve al pasado olvidándose del futuro y a veces del presente.

Las próximas campañas de proselitismo en busca del voto en Veracruz, deberán ser formales y con propuestas. Sin olvidar el pasado, pero no anteponiéndolo al presente y menos al futuro.

Las campañas en busca del voto buscan transformar el presente, pero cuando el presente está colgado del pasado y la justicia que debió aplicarse desde hace meses simplemente no se mueve, el discurso de campaña tendrá que regresar en el tiempo para exigirle a las autoridades que pongan al corriente su actividad.

No basta que el magistrado Ricardo Paredes Calderón, titular del Quinto Tribunal Unitario en Materia Penal le haya negado el amparo. La gente quiere una sentencia ejemplar para que la corrupción sea erradicada de la administración pública que caracteriza a todos los partidos políticos del país.

El problema de que Javier Duarte sea tema de campaña es peligroso incluso para la memoria de los mexicanos, porque podría pensarse que es el único culpable, cuando hay más de 40 ladrones sin los cuales no hubiera podido quebrar las finanzas del gobierno del estado. Y a esos cómplices nadie los menciona, como si hubiera actuado solo.

El peligro de las campañas en Veracruz radica en que las propuestas que deben caracterizar estos actos sean ocupadas por recriminaciones y ataques que en nada orientan al elector. Al contrario, lo distraen y lo confunden.

No porque les falte inteligencia a los electores sino porque los mensajes serán los mismos sin importar el partido del que provengan, y dirán lo mismo todos los candidatos.

Las campañas si no tocan el tema de Javier Duarte se dirá que lo olvidaron, incluso que lo perdonaron. Si tocan ese tema, si pronuncian ese nombre, entonces se repetirá hasta el cansancio, de tal suerte que no habrá diferencia entre los diferentes candidatos, todos pedirán castigo, incluso uno que otro de sus propios cómplices.

Si la justicia en México no se pone al corriente, si no hay actividad en la procuración y la administración de justicia, no puede haber elecciones que valgan. No puede haber democracia y menos aún Estado de Derecho.

El caso de Javier Duarte es un ejemplo de lo que va a pasar en Veracruz y en el resto del país. En lugar de que los candidatos ocupen su tiempo en proponer, en proyectar un estado diferente, tendrán que hacer referencia a la mala memoria de la justicia mexicana y a la impunidad que reina en la entidad y en todo el país.

Cómo llevar a cabo una práctica democrática elemental como las votaciones si irrumpe un tema que distrae y altera el orden de campañas políticas sanas. No pueden desarrollarse votaciones limpias mientras la justicia no sea la que haga el aseo en los espacios donde los delincuentes de cuello blanco operaron a sus anchas y llevaron a la quiebra las finanzas de un estado.

Ni hay sentencia contra Javier Duarte, ni sus cómplices han sido siquiera interrogados. Ellos gozan de la impunidad que les dio el fuero de un cargo de elección popular. Esto quiere decir que se les cubrió desde la cúpula de su partido político para que estén en libertad. Así, la única certeza que dan estas elecciones es que la impunidad invita a los candidatos de todos los partidos a actuar de manera similar como lo hizo Javier Duarte, quien, sin sentencia ni castigo, no la pasa mal en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México. PEGA Y CORRE. - La Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres declaró la segunda Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres, ahora, por agravio comparado, es decir, por existir un marco normativo que violenta los derechos de las mujeres en Veracruz, especialmente los sexuales, reproductivos y de salud… 
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