viernes, 8 de diciembre de 2017

Urge pacificar al país

La escena veracruzana
Como en otras ocasiones, Andrés Manuel López Obrador volvió a
marcar la agenda de la escena nacional. Cuando la mayoría de los políticos van a la zaga, incluyendo el presidente, AMLO le pone el cascabel al tigre de la opinión pública y pone a hablar a todos los actores públicos, líderes partidistas, columnistas y personeros del régimen, sobre temas que al principio suenan espinosos, estruendosos o inimaginables, pero que terminan siendo aprobados parcial o completamente por los que en principio lo rechazaron.

Recordemos que no hace mucho se tildó de populista a Andrés Manuel por proponer destinar una parte del presupuesto de campaña para los damnificados por el terremoto. Poco después, los mismos líderes partidistas que lo calumniaron comenzaron una brava competencia por ver quién ponía más dinero de sus prerrogativas para ayudar alos compatriotas en desgracia. Y así ha sucedido en otras ocasiones.

Hoy se pone en labios de López Obrador expresiones tergiversadas sobre la aplicación de una supuesta amnistía a los líderes de los carteles de la droga en México. Lo que dijo es que “vamos a explorar todas las posibilidades, desde decretar una amnistía, escuchando también a las víctimas, hasta exigir al gobierno de Estados Unidos que lleve cabo campañas para aminorar el consumo de drogas”. Lo que está a nivel de exploración, ya se pone como una propuesta en firme. Nunca se ha dicho a quién se va a amnistiar. Y aunque los comandantes de la Armada y el Ejército declaren en contra de AMLO, a lo mejor y a ellos también les toca la amnistía por las atrocidades que han cometido sus subalternos.

Se trata de pacificar al país, no con armas, ni con Ley de Seguridad Interior, pues a lo único que han conducido es a escalar la violencia. Con Calderón se dejó la aterradora cifra de 121 mil muertos. En los 5 años de Peña Nieto van 117 mil. Ninguno de los dos pudo armar disminuir o por lo menos detener la violencia. Tan sólo en Veracruz, donde el actual gobernador ganó las elecciones con el engaño monumental de resolver el problema de la delincuencia en 6 meses, el problema crece enormidades día con día.

El tamaño de la violencia ha llegado a tal punto que es necesaria una respuesta de muy grande envergadura como la que ha puesto a examen Andrés Manuel. No se trata de una postura ya definitiva, pero sí anuncia un giro de 180 grados respecto a la ineficiencia mostrada por el gobierno anterior y el que está corriendo. Y el único líder con la autoridad moral para proponerla y con la capacidad para llevarla a cabo es López Obrador, que en la ciudad de México logró reducir los índices delictivos durante su mandato, como ha sido reconocido por todo mundo.

El nuevo sistema de justicia penal, que inicia con la reforma constitucional del 28 de junio de 2008, tiene entre sus herramientas un nuevo enfoque, el de la justicia restaurativa y los mecanismos alternativos para la resolución de conflictos, los que presuponen, de entrada, el perdón y la reparación del daño no necesariamente material, pero sí en la integridad de la víctima o del ofendido, esto es, de la familia o comunidad afectada por el delito. No es algo ajeno a la realidad jurídica mexicana, ni fue aprobado por López Obrador. Pero puede ser un punto de partida para llevar adelante un nuevo planteamiento en búsqueda de la paz. Por otro lado, es una experiencia probada en muchos países en conflicto como El Salvador y Colombia, lo cual conlleva riesgos, pero también muchos beneficios.

Lo dicho, necesitamos un cambio verdadero.
Marco Antonio Medina Pérez
marco.a.medinaperez@gmail.com

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