jueves, 29 de marzo de 2018

El aeropuerto capitalino: aterrizaje forzoso

La escena veracruzana
El negocio del aeropuerto ha tenido que hacer un aterrizaje forzoso cuando apenas estaba tomando vuelo. La opinión pública y el mundo de los negocios se ha cimbrado ante la posición de Andrés Manuel López Obrador de interponer amparos contra el otorgamiento de contratos celebrados para la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) que, como lo ha repetido en múltiples ocasiones, representa una obra faraónica que además de costosa y antiecológica, representa un nido de corrupción. 

Durante mucho tiempo AMLO ha tenido este tema abierto, pero hoy los empresarios involucrados y Peña Nieto y compañía, que mantienen un acuerdo de negocios para impulsar dicho proyecto, sintieron junto a las declaraciones del candidato presidencial puntero la contundencia de las encuestas, que hacen posible que cumpla su promesa de cancelar esta obra. 

Es singular la forma como López Obrador marca nuevamente la agenda nacional. Habla no sólo como candidato sino como presidente, en una estrategia que han aplicado anteriormente sus adversarios, la de las expectativas cumplidas, cuando a la gente se le deja la impresión de que algo es cierto, aunque no haya sucedido aún. En 2012, todas las casas encuestadoras al unísono afirmaban que Peña Nieto iba siempre arriba, haciendo creer a la gente que el proceso era irreversible. Hoy, AMLO establece líneas de conducta que ya muchos atienden.

La aceptación inicial de Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, de instalar una mesa de análisis sobre el proyecto del nuevo aeropuerto, y todo el coro de opiniones al respecto, revela la gran capacidad de convocatoria mediática de AMLO, que ha mantenido el tema por más de una semana.

Lo cierto es que, más allá de la defensa a ultranza del gabinete peñanietista y de ciertos personajes del mundo empresarial, que hablan del prestigio del país y del retraimiento de las inversiones por la posible cancelación de este proyecto, hay una postura cínica que olvida que ya el país ha pasado por la vergüenza de la cancelación del Tren de Alta Velocidad México-Querétaro ante la inminente eclosión del escándalo de la Casa Blanca. Entonces no se habló de prestigio internacional ni se mencionó que se dejarían de invertir 50 mil millones de pesos que estaban ya comprometidos y licitados, ni de los miles de empleos que se dejaron de generar. Ni tampoco se ha hablado de los 600 millones de dólares que reclama la empresa China Railway Construction Corporation por haberse cancelado el tren rápido.

Lo único que pide Andrés Manuel es no comprometer el presupuesto del próximo sexenio con el cumplimiento de “contratos leoninos manchados de corrupción”. Ante ello marca una diferencia sustancial en materia de obra pública, la necesaria para cambiar los términos en que se han hecho los negocios en este país, obras infladas en sus presupuestos y en la necesidad de hacerlas, por donde se van millones de pesos al hoyo de la corrupción. Lo dicho, necesitamos un cambio verdadero.

MIENTRAS TANTO, en la escena veracruzana, como en todo el país, el trabajo periodístico sufre doblemente por los atentados directos a la vida como por los arteros dictámenes de las autoridades contra la dignidad de los comunicadores abatidos. En Chihuahua, el gobernador Javier Corral declara que Miroslava Breach “tuvo la culpa por pisarle los callos al diablo”. En Veracruz, se resalta la labor de sobrevivencia que realizaba el comunicador Leobardo Vázquez Atzin de Papantla como “taquero”, antes de que la autoridad ministerial investigue a fondo las causas de su asesinato, dejando de lado la línea de investigación como periodista reconocido por años. Lo dicho, necesitamos dignificar y defender la vida de los periodistas.

Marco Antonio Medina Pérez
marco.a.medinaperez@gmail.com

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