miércoles, 23 de mayo de 2018

Debate de humoradas

La escena veracruzana
Imagen: youtube.com
Un mayor histrionismo de parte de Ricardo Anaya y José Antonio Meade, que logró superar incluso a las actuaciones del llamado “Bronco”, además de una repetición devastadora de mentiras, es lo que vimos en el segundo debate presidencial, lo que está convirtiendo este tipo de ejercicios en elementos poco útiles para que la población se informe de las propuestas de los candidatos y logre contrastarlas. Por ello, tampoco este tipo de debates mueven ni moverán drásticamente las preferencias electorales.

Mientras Anaya y Meade se movían de forma actuada por el escenario y fueron hasta el lugar de Andrés Manuel de forma provocadora, éste se mantuvo en su sitio resistiendo las embestidas que le llegaban, hasta que tuvo que responder fuertemente a sus adversarios, tildando a los candidatos del PAN y del PRI de corruptos y responsabilizándolos de la situación desastrosa en que está sumido el país, del contubernio en la entrega de casi mil millones de pesos a Josefina Vázquez Mota para su asociación civil, así como de aumentar el IVA en la frontera y de subir el precio de las gasolinas. Además, pudo decirle a “Ricky Riquín cAnallín” lo de su vida de lujo en Atlanta y exhibirlo en la portada de la revista Proceso, donde se habla de los “turbios ingresos de Anaya y su esposa”.

Con menores tablas para la actuación que la de sus adversarios, AMLO salió delante de las andanadas y logró exponer lo medular de su política respecto al comercio exterior, los migrantes y la seguridad fronteriza. No obstante, el formato del debate, diseñado para que lucieran los contrincantes y no el contenido de lo debatido, eclipsó por momentos cualquier propuesta seria del candidato puntero.

Desde luego que Meade se movía como pez en el agua respecto a la política exterior mexicana, pero no pudo hacer frente a la crítica de Anaya de convalidar junto con Peña Nieto el recibimiento de Donald Trump en los Pinos en plena campaña estadunidense.

Por su lado, las mentiras de Anaya pecaron de repetitivas. Ya ha sido desmentido por Verificado 2018 que la inversión en el entonces Distrito Federal haya disminuido durante el mandato de López Obrador. Empeñado en emular a Andrés Manuel, hasta tuvo la osadía de mencionar a Hidalgo, Morelos, Juárez y Madero en su discurso final, en un intento desesperado por arrebatarle banderas a quien las ha portado en todos estos años.

El “viejito” que según la propaganda discriminatoria de Javier Lozano y de Meade ya no está en condiciones de conducir el país, se llevó de calle al resto de los candidatos en este debate. Los “jovenazos” de esta campaña no pueden seguirle el paso, ni en la cantidad de eventos de campaña ni en el desarrollo de propuestas. Ya hasta tiene candidata a embajadora de México ante la ONE, Alicia Bárcena, como lo anunció en el debate, mientras que ninguno de los demás aspirantes logra dar un solo nombre de posibles integrantes de su gabinete.

Andrés Manuel llegó a este debate con la juventud de su propuesta, con la jovialidad que dan los 3 baños diarios de pueblo que toma cada día, la mejor terapia para conservar la eterna juventud de su ánimo. Por ello destiló buen humor y se acomodó a las humoradas en que está convertido este tipo de debates. Ni Anaya ni Meade lograron eclipsarlo. Los jóvenes candidatos del PRIAN destilaron vetustez por todos lados. Apoltronados en un formato hecho para ellos, parecieron, uno, escolar sagaz y aprovechado, y el otro, docto profesor venido a menos, rememorando los tiempos idos. Ninguno con la talla del estadista que necesita México para lograr un cambio verdadero.
Marco Antonio Medina Pérez
marco.a.medinaperez@gmail.com

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