COLUMNA RETRATOS. Por Miguel Camín

R E T R A T O S retratos1@gmail.com


Vi una idea, fumaba, tenía el tabaco ladeado en el rabillo del labio y se contoneaba flaca, ofertante, funámbula sobre el borde de la noche.



1.-CONTABLE: A boca de jarro le preguntaron si él veía con buenos ojos el probable nombramiento de Ángel Álvaro como delegado de Profeco en sustitución de Alberto López. “Por supuesto. Ángel y yo somos amigos”. Mentía Roberto Rocha. Mentía con la habitualidad de su carácter, en aquel año de 1998, entrevistado en banqueta frente al restaurante del hotel Plaza. Era del conocimiento público que Roberto Rocha y Pericles Namorado, ambos legisladores locales se oponían desde sus poderes a la aspiración obstinada de Ángel Álvaro. Poder contra poder, así se vio en su momento y la escaramuza suscitada tras el telón entre esos personajes tuxpeños la ganó éste último. Pericles Namorado murió, y se llevó a la tumba el motivo del desencuentro. Roberto Rocha mantiene desde entonces la diferencia y las últimas declaraciones frontales de Álvaro Peña en su contra lo testifican. Lo de la amistad fue una mentira, un ingenuo garlito de Roberto Rocha que esperó hasta noviembre del 2007 para tragarse esas palabras.

2.-COYÓN: Juan Carlos Aguilar es un blandengue acomodaticio. No encuentro otro término menos indicado para calificar la actitud asumida por este regidor en la comuna que encabeza Jerónimo Folgueras. El Clan al que pertenece, el Clan Aguilar-Mancha, quebró acuerdos con el alcalde y su grupo, a partir de la disputa por la candidatura interna municipal del PAN. Viles, ambas tribus, se lanzaron graves acusaciones, desde la intromisión ilegal de funcionarios municipales en el proceso interno, pasando por la compra de votos a miembros activos, hasta la inmoral persistencia de las familias mafiosas del partido por dejar a parientes como alfiles en la planilla. Se lanzaron tal cantidad de mierda esos grupos de intereses facciosos que pasar por General Prim y Genaro Rodríguez significa aspirar la fetidez que aún prevalece. Juan Carlos Aguilar acusa pronto recibo de esas batallas. En cabildo le acotaron comisiones y le despidieron asistentes. Sin embargo, el regidor como si nada. Sin gota de dignidad alcanzó a balbucear anémicas protestas, pero siguió cobrando su quincena, levantando la mano en cabildo. Haciéndole cosquillas al alcalde, arañándolo, pero ni por asomo provocándole daño. No se sabe que haya interpuesto denuncia alguna. Cabe la sospecha que haya dado su voto a favor en la sesión de cabildo donde se solicita al congreso local autorización para donar un bien público a un particular, en este caso a Ana María Pioli, esposa del alcalde. Si la sospecha se confirmara, acomodaticio, blandengue acomodaticio le queda bien al regidor Juan Carlos Aguilar Mancha.

3.-SUPERMERCADO: Me quedo sentado en una banca azul de metal de las varias que están colocadas a la salida de las cajas cobradoras de almacenes Chedraui. Fui con un amigo, que ahora espero afuera, sentado, mientras él se interna por los pasillos en penosa persecución de un compañero de sindicato que le puede hacer un favor. Me convenció a ir de compras, pero cobarde que soy no alcanzó a pasar de las primeras hileras de exhibidores y huyo hacia los anaqueles de libros asfixiado por la fiebre de ofertas navideñas que diabólicas se anticiparon. Compró un libro de bolsillo de 25 pesos, cruzó el área de cajas y hago como que leo en un barullo de ires y venires. Hay arbustos vecinos a las bancas que no me convencen de ser naturales. La compañía son unos viejos, hombres y mujeres que se intercalan el trabajo de cerillos, distinguidos por una playera clara con un escudo que los identifica como voluntarios del DIF estatal. Mientras hojeó el libro escuchó un pasaje de sus conversaciones y compruebo que hablan de ellos, a espaldas de los otros, que son intolerantes e incomprensivos con los otros viejos hombres y mujeres, y quedo amargamente convencido que no tenemos remedio. Canallas y mezquinos hasta que la muerte nos fulmine.