Orlando Segura Hervert.
La bolsa acumulada para este miércoles 31 de diciembre entre Melate y Revancha es de 300 millones de pesos, todos quieren pescarle aunque sea un poquito, no mucho, algo con el que se puedan satisfacer infinidad de ilusiones, comprar algún carro, alguna casa, un departamento y entre bromas, afirman que también lo ocuparían para presumir una que otra figura del sexo femenino, aunque sea para que los acompañen en sus múltiples fiestas que podrían organizar para festejar el supuesto premio.
En el café, restaurante, negocios, establecimientos, centros comerciales, en el taxi o el consultorio, es común escuchar hacer referencia a los milloncitos que se han acumulado durante varias semanas, y que a la fecha, ningún cristiano, palestino, judío o mexicano le ha pegado a la dichosa participación económica.
Muy común es oír, ya no jueguen, el número ganador lo tengo yo, las risas de los comensales o de los amigos se escuchan inmediatamente entre los personajes que se juntan para comentar una serie de anécdotas en torno a lo que se podría hacer si es que obtienen semejante “bendición”.
Dicen que en México, la mitad de los habitantes juega y la otra mitad sueña con la lotería o con el melate, un país que no pierde la esperanza de la fantasía, así, transcurre el tiempo, a falta de oportunidades o del empleo, continúa el ocio, la diversión, el aburrimiento, la vida cotidiana.
Un trabajador hace cuentas, dice que gana al mes alrededor de 2 mil pesos, así es que se proyecta para después del jueves, informa a este medio que ya se vio y que por lo tanto con ese dinerito le alcanzaría para un hermoso automóvil de súper lujo, una residencia con varias hectáreas, piensa en poner algún negocio, el resto en el banco y con ello viviría el resto de sus días, tendría por lo tanto un final feliz, pero al llegar el miércoles, se dan cuenta que fue una bonita ilusión que solo quedó en eso, porque la probabilidad es de una en varios millones, conforme a las estadísticas, así es que, se retira desconsolado, con las agujas caídas, pero con la fe de volver a apostar para el siguiente concurso.
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