domingo, 29 de agosto de 2010

Caminito de la Escuela...


Por Uriel Flores Aguayo

urielfloresaguayo@hotmail.com
En nuestro país pasa de todo, más de lo negativo que de lo positivo. Pasa de todo y pasa tanto tiempo, permanentemente, que se vuelve parte de la normalidad, que nos va acostumbrando a convivir con todo eso, por grato u horrible que sea. La sociedad pierde capacidad de asombro y se inmoviliza; diversos hechos sociales y múltiples actos de violencia crecen y se multiplican de tal manera que llegan a parecer infinitos y de solución imposible. Así pasa con la brutal desigualdad social que nos abruma y cuyos impactos generales apenas merecen alguna marginal alusión en la clase política mexicana cuya mediocridad y ambición es casi generalizada.
Pero como dijo alguien “nada pasa hasta que pasa “. Parece que este es el tiempo en que todos nuestros rezagos, limitantes y deformaciones se han dado cita para hacernos la vida más difícil, parece que es el momento en que todo lo adverso se sintetiza para crear un escenario de pobreza y miedo donde abundan la desesperanza y la perdida de rumbo si es que alguna vez se tubo. Tantas décadas de explotación de nuestro país, en recursos humanos y naturales, tantos años de desigualdad social, tanto tiempo de injusticias y tantos períodos en que se debilitaron o se truncaron nuestras posibilidades democráticas y de un estado de derecho han traído como consecuencia una situación explosiva y peligrosa para todos: pobres y ricos, magnates y trabajadores, autoridades y ciudadanos, nacionales e inmigrantes, urbanos y rurales, adultos y niños, etc. La descomposición de el país tarde o temprano, en mayor o menor medida y directa o indirectamente nos está afectando a todos. Digamos que a muchos les trajo terror en forma de asesinatos y secuestros pero a todos nos daño anímicamente. Solo los grillos y politiqueros o los tontos podrían desentenderse de esta situación.
Caminito de la escuela. Una de las más tristes manifestaciones de nuestras dificultades sociales en Veracruz se localiza en el nuevo ciclo escolar donde niños y jóvenes de todos los niveles de estudios no pueden inscribirse en las escuelas por falta de recursos económicos. Pasa con los niños en edad preescolar que van a posponer uno o dos años su inicio en la educación formal por que sus padres no cuentan con el dinero suficiente, pasa con los jovencitos en secundaria y preparatoria quienes tendrían que desembolsar cantidades desproporcionadas y llega a los muchachos rechazados en la U V que no pueden pagar una escuela particular. No es ocioso preguntarnos qué se esta haciendo al respecto.
La experiencia nos indica que se hace muy poco o nada, que son realidades muy lejanas para las autoridades en general, para los sindicatos magisteriales y para las elites económicas. No contamos con políticas públicas y programas que atiendan esas situaciones que se viven en Xalapa y en el resto del estado.
Bastarían disposiciones sencillas y prácticas para favorecer el acceso a las escuelas, como podrían ser las reducciones de cuotas y la suspensión.
Temporal del uso de los uniformes; es increíble y ofensivo que les pidan tantas cosas a los niños y jóvenes en una obvia situación de precariedad económica.
No solo es antidemocrático y grotesco sino que también es ofensivo que grupos de supuesta filantropía, diputados y autoridades electas insistan en repartir paquetitos de “útiles” “escolares, lo cual hacen con recursos públicos y con afanes de protagonismo personal. Es decir, además de no hacer nada útil para que se superen esos problemas educativos todavía se burlan de los niños presentándose como sus benefactores.
La labor de muchos funcionarios en relación a estos temas educativos es deprimente y atentatoria contra los niños y jóvenes que no tienen la oportunidad de ir a la escuela por falta de dinero. Lo que más ofrecen son rollos y fotos. Nos cuesta más lo que dicen hacer que lo que hacen realmente. Este es tal vez el peor año por tratarse del cambio de administración, donde ya casi nadie se hace cargo de los asuntos públicos.
Vistas así las cosa nadie debería espantarse del crecimiento y peligrosidad de las pandillas juveniles, de la generalización de la violencia, los robos y los hechos de sangre en todo el estado. Todos, por acción u omisión, somos responsables; unos más que otros, por supuesto.
Recadito: si la deuda del saneamiento ya es eterna que por lo menos se transparente lo que nos cuesta CMAS.

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