jueves, 16 de septiembre de 2010

COYUNTURA POLÍTICA XXI... TRAYECTORIA Y VIGENCIA DE LA AUTONOMIA DE LA UNIVERSIDAD VERACRUZANA


Raúl Abraham López Martínez*

En el ámbito nacional la Universidad Veracruzana fue la última universidad en obtener el estatus de autonomía universitaria. Durante décadas la vida interna de esta institución se desarrolló de manera subordinada al gobernador en turno.

Esta subordinación en el contexto del viejo régimen derivó en el florecimiento de prácticas políticas dentro de la universidad que de manera constante atentaban al adecuado desempeño de sus funciones sustantivas.

En el recuento de estas prácticas podemos ubicar la asignación de plazas de investigadores, docentes, técnicos, funcionarios y de la burocracia universitaria bajo el filtro del criterio político, entendido como la supervisión y aprobación de las redes de presión vinculadas al PRI-gobierno.

En ese contexto la figura del Rector se encontraba sometida a los lineamientos que provenían del Palacio de Gobierno.
Con la publicación de la Ley de Autonomía de la Universidad Veracruzana en la Gaceta Oficial del 30 de Noviembre de 1996 y con la promulgación de una nueva Ley Orgánica de la Universidad (Gaceta Oficial del 28 de Diciembre de 1996) adaptada a la reciente Ley de Autonomía, la Máxima Casa de Estudios de Veracruz inició una nueva fase de relación con los poderes locales.

Este nuevo marco normativo permitió la designación de Víctor Arredondo Álvarez en calidad del primer Rector de la era de autonomía de la universidad.

En esta primera fase de la autonomía universitaria, es importante recordar que la regulación jurídica que dota de autonomía a la universidad no se puede entender sin el amplio consenso que se logró entre los partidos políticos y las fracciones representadas en el Congreso Local, todo esto circunscrito a un proceso de reformas políticas que se presentaron en el periodo de gobierno de Patricio Chirinos Calero.

A Víctor Arredondo le correspondió iniciar una serie de reformas en la universidad, estas reformas en su mayoría formaron parte de un conjunto de recomendaciones emitidas por distintos organismos internaciones entre los que se encuentra el Banco Mundial.

En el artículo “Perspectivas de la educación superior en América Latina: construyendo futuros” del sociólogo Ernesto Villanueva publicado en la revista Perfiles Educativos (vol. XXXII, núm. 129, 2010) del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM señala que “El diagnóstico que justificaba la urgencia del cambio remarcaba los problemas de financiamiento, gestión, organización y rendimiento académico que acusaban las universidades de la región. Por otra parte, este crítico cuadro de la educación superior remitía a problemas más globales que arrastraban los Estados mismos: déficits constantes, gestiones ineficientes, estructuras burocráticas y paquidérmicas, etc. La consigna general para comenzar a revertir los problemas era reducir el Estado, tanto en lo que hace a sus estructuras como en sus funciones. El razonamiento indicaba que si el Estado se involucraba menos en determinados temas, eso permitiría un mejor uso de los recursos, una gestión más eficiente, y la posibilidad de que el mercado y/o la sociedad civil —dos actores que fueron vistos como clave de cualquier desarrollo en esos años— tuvieran espacio para generar y aplicar iniciativas propias.”.

Lo anterior permite ubicar a grosso modo la compleja situación histórica en que la Universidad Veracruzana ingresó al escenario de la educación superior nacional e internacional de a finales de los noventas, en calidad de una universidad que recientemente se le había reconocido su autonomía y cuya comunidad universitaria apenas se encontraba analizando las implicaciones de una universidad que ya no depende formalmente de los designios políticos del gobernador.

En este trayecto, a Raúl Arias Lovillo le corresponde asumir las riendas de la UV desempeñándose como el segundo Rector de la era de la autonomía universitaria. Si a Víctor Arredondo le tocó ser el actor protagonista de la transición de una universidad estatal a una universidad autónoma, a Arias Lovillo le ha correspondido el papel de fortalecer, profundizar y ampliar la autonomía de la universidad por medio de la academización, articulando los ejes transversales de la descentralización, la innovación y la sustentabilidad.

Catorce años después de promulgada la autonomía universitaria el balance actual de la Universidad Veracruzana se presenta en positivo, constituyendo un proyecto de universidad acorde a las demandas propias de la sociedad el conocimiento, asumiéndose como el principal actor en el estado de Veracruz con capacidad de generar y distribuir conocimiento socialmente útil para los Veracruzanos.
Un ejemplo claro de este aspecto ha sido la elaboración por parte de académicos de la UV del documento “Cambio climático y cambio de gobierno: compromisos mínimos para el futuro de Veracruz”.

Sería imposible enumerar los múltiples resultados que ha tenido la universidad durante la gestión de Raúl Arias Lovillo, en su lugar recomiendo la lectura de su informe correspondiente al periodo 2009-2010.

Lo que me interesa destacar es la especial trayectoria y vigencia de la autonomía de la Universidad Veracruzana, una autonomía de relativa reciente creación que ha permitido remontar los vicios propios del viejo régimen. De una autonomía que ha logrado sentar las bases de la academización en cada una de sus entidades académicas. Logrando de esta manera sembrar los pilares de de una universidad con capacidad de adaptarse a los retos del siglo XXI.

*Director de la Revista Digital Independiente Voz Universitaria www.vozuniversitaria.org.mx

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