J. Enrique Olivera Arce
Perder el tiempo, deporte nacional Perder el tiempo es el deporte nacional por excelencia del que gusta nuestra clase política. Mientras México rueda al despeñadero bajo la conducción de Calderón Hinojosa, dimes y diretes, confrontaciones estériles, chismes, maledicencias, golpes bajos, patadas bajo la mesa, son jugadas de las que nadie debe ni puede sustraerse para escalar la empinada cuesta de acceso al poder por el poder mismo y algo más siempre posible.
En tanto que nuestra avispada clase política se anota un punto mediático a favor, México retrocede dos. Y ahí la llevamos día tras día, año tras año, sin que se tome consciencia del daño a que da lugar tan primitivo deporte. Sólo así se explica el desperdicio de tiempo, de dinero y de paciencia de la población, en que están incurriendo los partidos políticos en la fase previa de la justa electoral en el Estado de México.
La llamada consulta popular para definir si el PRD va en alianza con el PAN, es eso. Simple y llanamente pérdida de un tiempo precioso en la que, directa o indirectamente, todos estamos involucrados. Tanto jaloneo para quedar en lo mismo. En el marco de un PRD polarizado, con o sin consulta popular, los chuchos van de la mano con el PAN y el lopezobradorismo dice no, mientras el PRI, por su lado, consolida una alianza con lo más nefasto del espectro político electoral, con una jugada magistral que no estaba en la agenda de sus adversarios, ganándose el aplauso del respetable en los tendidos. Y aún hay más.
El juego está en sus inicios, ayuno de marco ideológico y de ética política pero rico en pragmatismo y simulación, se prolongará hasta el mes de julio. Nuestra clase política sudará la camiseta y los mexiquenses de a pié su desventura. Nadie en su sano juicio llegó a dudar de que con el empate en la elección de la directiva nacional del PRD, los chuchos saldrían derrotados, con o sin consulta popular. Andrés Manuel López Obrador se queda con la mejor parte, tiene al candidato ganador en tanto que los jesuses habrán de conformarse con ir a la cola de un panismo que, en su extravío y anemia crónica, impone ya con el auxilio de Calderón Hinojosa al sacristán de medio pelo, Luís Felipe Bravo Mena, como abanderado perdedor de la alianza aún no concretada.
Por su lado, Peña Nieto, gobernador príista, gana perdiendo al hacer a un lado a Alfredo Del Mazo, delfín de la gente bonita toluquense, imponiéndole al partido a un Eruviel Ávila, “pelado” populachero y entrón, proveniente de las goteras de la periferia. Autogol se dice en el graderío, sin la menor conciencia de lo que le espera al respetable si prospera el gambito y triunfa el PRI con su más de lo mismo, en un gatopardismo inacabable. Las cosas así son y así se quedan, el PRI contenderá no contra el partido de Calderón sino contra la "Morena" popular y bien nacida, como ya estaba programado. ¡Vaya manera de perder el tiempo! Mientras en el inter se cocina la final del 2012 por la partidocracia, administradora de un quehacer político conducido sabiamente por poderes fácticos que mueven los hilos desde la penumbra. Veracruz no canta mal las rancheras. Jugando ahora en segunda división tras salir derrotada en la justa del descenso por una pésima conducción, nuestra aldeana clase política mata el tiempo en cascaritas, pintándose sola en eso de hacer como que hace sin dar un solo pase.
También tuvimos nuestra consulta popular. Nada relevante, sólo pedestre estratagema para justificar un Plan Estatal de Desarrollo que, ni es plan ni mucho menos apunta al desarrollo. En un acto demagógico más, hoy miércoles por la tarde el mencionado listado de buenos deseos será presentado por el gobernador ante dóciles acarreados que arroparán a la cortesana cohorte de notables.
Paso previo para que en el Congreso del estado, la extensión local de la partidocracia de el banderazo de salida a mil y un declaraciones triunfalistas. Nada trascendente y sí pérdida de tiempo cuando no hay dinero ni para solventar compromisos heredados. Audacia es el juego. Duarte de Ochoa gana tiempo matando el tiempo, mientras la gran familia veracruzana, confiada en que “más seguro lo comido, ya mañana Dios dirá”, clama por respuestas en tiempo presente mientras el susodicho mamotreto en cuyas pastas, impreso en letras de oro, reza: Plan Estatal de Desarrollo 2010-2016, apunta a un incierto futuro en el que habrá, habrá y habrá prosperidad a satisfacción del graderío para quedar siempre en lo mismo.
¡Vaya manera de Perder el tiempo!
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