domingo, 26 de julio de 2009

UNA MEXICANA EN EL ÁRTICO



Yohena Raya, nacida en la ciudad de México en 1971, dice que es tlatelolca por nacimiento y en su haber se cuentan 18 años como residente tepaneca, es decir de Azcapotzalco.
La marinera mexicana actualmente se encuentra a bordo del Arctic Sunrise en la expedición que el barco realiza este 2009 para demostrar los devastadores efectos del cambio climático en la región polar del Ártico. Durante la travesía, Yohena contará a Greenpeace México cómo se vive al interior del barco, los hallazgos de esta investigación y su experiencia. Para ello responde las siguientes preguntas.
¿Cómo te involucraste con el mar?
La historia de mi vida se fragmenta en algunas ciudades de la República. En el 2000, siguiendo la ruta de las ballenas me fui al norte a trabajar, mi vida la dejé entre ballenas y el mar, en los paseos que el Museo de Ciencias de Ensenada organizaba desde ya hacia varios años.
En el mar la vida es más sabrosa, y como guía, comencé a disfrutar de los placeres que el mar da y sobre todo de ver a uno de los animales salvajes más impresionantes: las ballenas grises en su migración.
El viento refrescó tantas veces mi cara, que todo poco a poco se fue despejando y trazando.

¿Cuándo estuviste en un barco de Greenpeace por primera vez?

Es en el año de 2004, cuando nos visitó el Arctic Sunrise para apoyar a Ensenada en la lucha en contra de las regasificadoras que pretendían (instalaron) una planta de Sempra y otra de Texaco.

Así fue como conocí, por fortuna, a la comunidad verde. Todos reunidos en ese gran barco: el Arctic Sunrise.
Colaboré desde aquel día como voluntaria y en mi vida se escribió otra historia. Sólo fueron necesarios tres meses en el barco para que yo decidiera continuar en la organización para siempre.

En julio de 2009, ahora y cinco años después, regreso al mismo barco. Lo aprendido en estos años ha hecho una gran diferencia. He cambiado.
En los barcos definitivamente se aprende a vivir en comunidad y pensando así es como me gusta vivir. Como ya sabemos, la acción es uno de nuestros más importantes conceptos, así se vive en los barcos, en el mar, en constante movimiento, con los ojos bien abiertos y todo por navegar lo mejor posible.

¿Que es lo que te ha conmovido de este viaje?
• La expedición: navegar por aguas tan remotas y llegar a uno de los puntos por muy pocos visitados.
• Los icebergs: perfectas esculturas de agua. Embriagantes a la vista. Imponentes.
• La nieve: poder tocarla por primera vez, jugar con ella. Comer hielo del Ártico... vaya lujo.
• Las pozas de agua: mucha belleza.
• Los osos polares: un juvenil solitario rondando cerca del barco y una madre con dos crías buscando alimento.

¿Es este el lugar más lejano en el que has estado? ¿Qué representa para ti este hecho?

Es el lugar mas lejano en el que un barco de Greenpeace ha estado y este hecho significa mucho para mí porque es una aventura colectiva, es algo que no mucha gente ha hecho y un privilegio que, a nombre de la organización y a bordo de este hermoso barco, se pueda navegar por aguas tan remotas, por tierras que son difíciles de entender tal como son.

Son tierras que contienen información mística e indescifrable, mas allá de lo sagrado, de la hermosa experiencia que esto puede representar, quedan muchas preguntas sin resolver. Esto representa una gran responsabilidad, un complicado mensaje que también he de descifrar en su debido momento.
Simplemente soy una mujer muy afortunada y tengo el gran privilegio y el acceso a este polo. A este lado del mundo donde el sol no se retira, donde no hay ocaso, donde él advierte a la vida en el planeta una seria meditación.

Esta experiencia es mas que física. Es vital, mística. Otra gran responsabilidad es que se pueda decir la palabra adecuada, el mensaje justo. Sin previas experiencias similares no hay en mi memoria relación alguna con olores, texturas, colores y sensaciones de lo que aquí se vive.

Estar cerca de los icebergs, los glaciares y pisar tierra tan remota y agreste, salvaje y natural, prístina y sin huella, sin memoria, es maravilloso porque todo es nuevo. No hay en mi memoria algo que me pueda conectar a este lugar.

¿Por qué y cómo te embarcaste?
• Por causalidad y por destino manifiesto.
• Siempre pido regresar a los barcos de Greenpeace, es algo que difícilmente puedo dejar. Sufro si no estoy a bordo.
• Día con día trabajo pensando en la idea estar, de vivir en los barcos de Greenpeace.
• Es mi vida, es como soy, es mi casa. Conozco, aprendo, comparto.
• Porque se trabaja diariamente con el tácito propósito de luchar porque nuestro planeta sea un lugar habitable.

¿Cómo conviven con los científicos que están a bordo?
Todos nos maravillamos de todo, cada uno propone y hace lo que tiene que hacer. En conjunto todos convivimos como seres humanos y nos alegra cada día la aventura de estar cerca del glaciar y los icebergs, cada uno a su manera.

Y ellos, los científicos, trabajan como cualquiera de nosotros, viven como cualquier tripulante de nuestra embarcación y de vez en cuando los molestamos con preguntas difíciles y algunas tontas. Muchas otras veces nos comparten su conocimiento. Todos estamos conscientes de que el trabajo de cada uno es muy importante, simplemente disfrutamos unos de los otros.
¿Cómo piensas que lo que sucede en el Ártico, un lugar que parece tan lejano y distinto de México, puede afectarnos?

Desde mi punto de vista es un tema que no tiene que ver con nacionalidades: es un asunto de salud planetaria. Todo repercute en cada uno de sus habitantes. Todo está integrado. Entre México y este lugar hay un camino muy largo. Y no hablo de kilómetros. Es simplemente perceptual. Un individuo de la ciudad frente a tan increíbles elementos se enfrenta ante una ecuación evolutiva donde la mente y el cuerpo conecta difícilmente sus vivencias actuales. Simplemente afecta el equilibrio de nuestra esfera biológica.
Me gusta más pensar como habitante de la tierra y la manera en que nos afecta a todos los seres vivientes, y no sólo a los humanos.

Imaginemos el Popocatépetl y el Iztacíhuatl, ahí, en el horizonte citadino, sin su manto blanco, que poco a poco se desintegra. Cuántos autos transitan en la ciudad, cuántas maquinas domésticas, laborales e industriales, y cuántos focos incandescentes prendidos colaboran a la extinción de la vida tal y como la conocemos, debido al cambio climático.

1 comentario:

Errant Aaron dijo...

Respecto para su blog! Que horrible que estamos mirando la destruccion de un mundo tan bonito y que pena que hay mas blogs sobre tv and rock rap and reggaetone que nuestra ambiente y cosas que valen la chala