sábado, 22 de agosto de 2009

TIENDA DE RAYA...


Por: Imelda Torres Sandoval

"El difícil arte de ser mujer en un mundo de hombres"

Caster Semenya no dió la nota por haber obtenido medalla de oro en el reciente Mundial de Atletismo en Berlín. Desafortunadamente, los medios de comunicación volteamos hacia esta joven atleta africana de 18 años por la polémica desatada en torno a su sexualidad: Caster Semenya compitió en calidad de mujer, pero, aparentemente, por su aspecto físico, se ha puesto en duda su femeinidad.

Caster Semeyna, originaria de Sudáfrica, compitió en días pasados en el campeonato mundial de atletismo de 800 metros, obteniendo el primer lugar, y al momento de la premiación, manifestó que no subiría al podium en protesta por la decisión del comité organizador de exigirle ciertas pruebas genéticas y endocrinológicas para confirmar su sexo femenino. Finalmente, Semeyna recibió la medalla de oro pero fue clara al respecto de los examenes exigidos: soy mujer y no me voy a hacer examen alguno, eso no tiene nada que ver con que haya ganado el mundial de atletismo.

En realidad, este asunto de poner en duda la sexualidad de Caster Semeyna es una clara muestra de discriminación y misoginia: si es fuerte, capaz y triunfadora, no puede ser mujer, ese es el mensaje aberrante que nos muestra el Comité Organizador y las atletas que compitieron con Caster Semeyna y perdieron.

Seguimos viviendo en un mundo donde ser mujer se identifica con incapacidad, debilidad e incompetencia. Si una mujer logra superar estas barreras, algo debe andar muy mal: o es lesbiana o se acuesta con el jefe.

En lo personal, no uso aretes. Es mi protesta contra la discriminación en contra de las mujeres promovida por nosotras mismas. Recuerdo las palabras de mi abuela: hija, con ese pelo tan corto y sin aretes, pareces hombre. Una mujer sin aretes es un altar sin flores, sentenciaba Doña Gloria, en paz descanse.
Lo curioso es que el primer obsequio que se le ocurre a alguien que me aprecia y desea agradarme, son precisamente un par de aretes. Ya en varias ocasiones he tenido que rechazar el regalo. Una alumna debió cambiarlo por una bolsa. Y uno que otro galán ofendido me ha dejado sin regalo. Ni modo.

No sólo Sor Juana Inés de la Cruz tuvo que recurrir al artilugio de disfrazarse de hombre para ingresar a la Universidad y acceder al caro placer de la lectura. Hoy en pleno siglo XXI, muchas mujeres que trabajamos y deseamos obtener éxito y reconocimiento, nos tenemos que disfrazar de dureza, despotismo y competitividad, cualidades solo identificables en los varones, para poder acceder a una vida digna a través del trabajo y del esfuerzo.

Y usted apreciable lector, ¿qué opina?

No hay comentarios: