jueves, 26 de junio de 2014

EL MUNDIAL Y LA HOMOFOBIA

Uriel Flores Aguayo

En este campeonato mundial de fútbol, la fiesta universal de este apreciado deporte, ha generado un encendido debate el grito que se lanza a los porteros contrarios desde las porras mexicanas: " ehhhhh putoooooo”. Se hablaba incluso de una investigación al respecto de la FIFA, las cual tiene obligaciones estatutarias para prohibir muestras discriminatorias. Ya se sabe que ese grito es común en los estadios de nuestro país, incluyendo el " pirata fuente “, que se ha vuelto una costumbre ejecutada hasta por niños y celebrada por las televisoras. Hay quienes piensan que es algo inofensivo y lo defienden como una demostración festiva. Independientemente de que va a ser muy difícil retirarlo de los encuentros futbolísticos, no se debe permanecer ajenos a lo que, pienso, es una actitud ofensiva y nada inocente para una parte de nuestra sociedad. 

Observo una clara intención de insulto y descalificación en ese grito, proveniente de una cultura homofóbica, machista y misógina. Quienes iniciaron esta pésima costumbre, las porras del ATLAS de Guadalajara, escogieron una expresión directa que pretende ser peyorativa y burlarse del portero y, con él, del equipo contrario. Ese grito hoy tan famoso incluso a nivel internacional, minimizado por muchos, suena fuerte cuando se emite por miles de personas, llama al festejo pero lastima a un parte de nuestra sociedad. En gran medida nos habla de un país discriminador, como lo indica la encuesta respectiva del 2010, donde, entre otros hallazgos, se puede saber que cuatro de diez mexicanos no admitirían en su casa a homosexuales.

Es importante hacer notar para no abstraer el debate y tener bases sólidas que desde 1990 la Organización Mundial de la Salud, retiró a la homosexualidad de su catálogo de enfermedades mentales; que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su artículo primero, prohíbe la discriminación, así como que, el Estado Mexicano es signante de tratados internacionales correspondientes. Un complemento a tomar en cuenta es la postura de la CONAPRED, que señala que el grito de puto no es inocuo. En el caso que nos ocupa habrá que esperar las medidas que tome la Federación Mexicana de Fútbol, quien cuenta con un código de ética que la obliga a combatir la discriminación.

Este debate adquirió niveles mayúsculos por el contexto del campeonato mundial y porque fue inocultable, si hubiera intención al respecto, para las televisoras y los medios en general. Hay y sigue habiendo posturas diversas y contradictorias que se deben analizar con calma, en un momento más propicio para la reflexión; no en el actual, lleno de una natural pasión y cuando el interés de la inmensa mayoría de los mexicanos está en los resultados de nuestra selección de fútbol. Por el momento, en mi caso, si quiero referirme con seriedad a un asunto que debe ser tratado con absoluta formalidad, que involucra valores y el nivel cultural y civilizatorio de nuestra sociedad, pero sobre todo que lastima a una parte de los Mexicanos.

Hoy por hoy este tema ya se deslizó a la chunga, se volvió frívolo, en un ambiente futbolero muy bien capitalizado por el duopolio televisivo; será después cuando se hagan las definiciones importantes, se deslinden responsabilidades y se invoqué a la ley. En forma inicial si hay que detenerse un poco en algunas de las expresiones escuchadas que defienden el grito de puto como algo costumbrista y como festejo inocente. Ese tipo de posturas anacrónicas, ligeras y homofóbicas no deben dejarse pasar por alto, son nocivas y consentidoras de la violencia. Se deben eludir los eufemismos, hay que hablar claro, el grito de puto es homofóbico, en tanto que expresa una actitud irracional ante la homosexualidad, ante los que son diferentes a quienes los profieren: es rechazo, discriminación, ridiculización y algunos tipos de violencia. No hay grados de homofobia ni la discriminación puede envolverse en papel celofán. Lo que se está haciendo en los estadios de fútbol, así como en los estereotipos promovidos por los bobos programas de chistes de las televisoras, incide en la formación de los niños y los jóvenes y va en sentido contrario a la ruta de una sociedad tolerante, democrática y absolutamente respetuosa de los derechos humanos. 

Por si faltara algo el Senado nos salió con una extraña Comisión de la familia, presidida por un representante Panista, quien abrió los trabajos con posturas conservadoras que pensábamos superadas; es obvio que la derecha tiene su agenda y trabaja por ella.

Recadito: hay que tener estomago para soportar la farsa de Del Ángel y su asesor jurídico.

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