jueves, 2 de febrero de 2017

Las tropelías de Trump

La escena veracruzana
Imagen: youtube
Perdonarán los lectores que esta columna dedicada a la escena veracruzana tenga que ampliar sus horizontes y meterse otra vez a escudriñar en la escena mundial, pero la situación lo requiere. Las tropelías y desvaríos de Trump, que de anunciados pasaron a hacerse efectivos, poco a poco están afectando el desarrollo nacional y el veracruzano.

Ya de por sí la escena veracruzana lucía con múltiples sombras y pocas luces desde el año pasado. Ahora crece la incertidumbre y la zozobra en millones de hogares y se suman a las abultadas dificultades que padecemos en nuestro estado.

La política de deportaciones y las restricciones a las remesas de nuestros connacionales en los Estados Unidos poco a poco harán estragos en la economía de miles de hogares veracruzanos, que dependen de la suerte de sus hijos o esposos que han emigrado al norte y de sus remesas continuas. 

Ya es un clamor generalizado que hay que cambiar de rumbo, pero el gobierno mexicano se desgasta tratando de lograr un reconocimiento de buen comportamiento del lado estadunidense sin presentar una estrategia para reorientar la mira económica.

Desde luego que es necesario enfrentar las embestidas de Trump. Pero es aún más necesario presentar una propuesta nueva, orientada a multiplicar los destinos de exportación, no depender de la economía norteamericana en insumos ni en exportaciones, producir para el mercado interno, recomponer las cadenas de producción mutiladas durante tantos años, apoyar a los productores del campo y rescatar el sector energético para ponerlo al servicio del desarrollo nacional.

Todo ello se tendrá que hacer ahora a marchas forzadas, ya que perdimos mucho tiempo y miles de millones de dólares en apostarle a un modelo que ahora con sólo algunas decisiones ejecutivas del nuevo ocupante de la Casa Blanca se viene abajo estrepitosamente.

Decíamos en una columna anterior que los mexicanos viviremos un periodo especial, semejante al que vivieron los cubanos cuando se desmoronó el bloque socialista, del que dependían enormemente. Pero este periodo especial necesitó de un líder como Fidel Castro para poder salir adelante. Los últimos sucesos en la relación Trump-México nos confirman que hace falta un liderazgo capaz de enfrentar este reto.

Por ahora, Trump se ha comportado con más astucia que la nomenclatura política tradicional. Venció a sus principales rivales en el Partido Republicano y logró hacerse de la presidencia de los Estados Unidos contra todos los pronósticos. Ahora juega en el escenario internacional con las mismas cartas. Carlos Slim, empresario igual que Trump, multimillonario igual que él, lo ha denominado Negotiator y no Terminator. Yo creo que es lo uno y lo otro al mismo tiempo. El estilo presidencial de Trump es el que siempre ha usado para acrecentar sus millones. Amenazando, presionando, acorralando y finalmente, imponiendo su poder al contrincante.

Hemos visto en el primer round con Peña Nieto el ejercicio de este estilo. Y el desprevenido presidente mexicano resintió los primeros golpes. El país lo resintió en su orgullo nacional. Pegar, y después del golpe, sentar a negociar al contrincante, sin mediación diplomática alguna.

Trump irá imponiendo a México no sólo su agenda sino sus propósitos, puesto que no tenemos un liderazgo que le haga frente. No sólo es necesaria la unidad para defender la dignidad nacional sino la persona que la encabece. Y Peña Nieto solo ha hecho uso de las tradicionales costumbres de la política mexicana, la reunión de la República, con gobernadores, senadores y diputados incluidos. Una unidad en la cúpula, sin convocar al pueblo en sus múltiples vertientes. Sin tomar decisiones en favor de éste, por ejemplo, cancelar los gasolinazos que tanto daño están haciendo, meter a la cárcel a los gobernadores ladrones que hoy andan impunes, devolver los presupuestos al gasto social y reducir drásticamente los de oropel y boato que proliferan en el presupuesto nacional, hacer justicia a las familias de los 43 de Ayotzinapa, por poner algunos ejemplos.

Desde luego que la respuesta generalizada de la población ha sido correcta al rechazar la burda e infame actitud de Trump. Pero finalmente el amargo suceso diplomático se cerró con una llamada telefónica. Cayó Peña Nieto en las redes negociadoras de Trump. Ahora el mexicano irá a un formato de negociación desfavorable para México.

Lo dicho, hace falta un líder que encarne la soberanía y unidad de nuestra nación. Por desgracia, hacen falta todavía 22 meses de administración peñista. Habrá que evitar que no acuerde vergonzosas medidas ni nos amarre aún más al tren del norteamericano. Por fortuna, se avizora un cambio de rumbo en 2018. Y la asunción de un líder que encabece una nueva época en las relaciones con los Estados Unidos y una orientación económica que mire por los intereses nacionales. Un nuevo horizonte en la escena nacional.
marco.a.medinaperez@gmail.com

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